Es difícil intuir que más de la mitad de la humanidad es negacionista, vistas las proclamas que se van produciendo desde algunas representantes del resto. Así, la ministra Ribera culpa al hombre, en su generalidad, de responsable de que se produzcan «más consumos ambientales», lo cual es tanto como afirmar que el único animal inteligente es el gran depredador de la naturaleza con sus vivencias diarias. Obviamente, conduce coches, enciende la calefacción, usa del papel, incluso algunos miles de ellos prenden un cigarrillo. Por descontado, la ministra del ramo no es capaz de señalar a ningún otro animal que sea capaz de efectuar alguno de las dichas acciones. A partir de tal afirmación, acaba de caer el actor contradictorio en el pecado social de nuestro siglo, el negacionismo. No está permitido oponerse, ni mucho menos, negar o pensar en forma diferente al relato progre surgido de la estructura mental socialista o comunista. Sea su fuente, Ribera o Pilar Llop y su condena de todo hombre o Irene Montero, otra que tal baila, filosofando desde el jacussi.
Las perlas que salen de esta comunista que vive como una zarina, no tienen desperdicio; «Urge democratizar la economía para garantizar un futuro digno a nuestros hijos e hijas y a nuestros nietos y nietas. Los Gobiernos deben tomar el control de este sistema económico absolutamente descontrolado que amenaza la seguridad de todos los ciudadanos del planeta». Y tan tranquila; mientras no le duelen prendas en conversar con un colectivo que ha hecho de la Parabellum su divisa para «democratizar» no solamente la economía, sino la educación, la libertad, la convivencia. Esta señora, rodeada de escoltas y cuidadoras, es capaz de insultar la, inteligencia de lo osados negacionistas que no comulgan con la estatalización de la economía, con la nacionalización de la banca, con la autarquía del mercado, ni, consecuentemente, con el totalitarismo marxista que se esconde detrás de las palabras de una «empresaria» demandada por una escolta usada con carácter polivalente. No es seguidora sino de Echenique, su tovarich, , repartiendo humo, mientras los dos se desayunan con caviar Beluga.
Todos surgen del mismo molde; imponer una nueva religión arrimándose a todas las fuentes de financiación que les faciliten la buena vida, naturalmente. El Partido nació para defender al trabajador, al pobre siervo de la gleba, aunque, eso sí, parido por la mente de unos personajes, Marx, Lenin que no habían dado un palo al agua en su vida, sobreviviendo gracias a las respectivas mujeres. Espléndido ejemplo que cumple, perfectamente esa chica, de rostro siempre amargado, de nombre Greta Thunberg , la cual se permite el lujo de vivir ya no del cambio climático, sino de la «crisis climática», a cuya expresión, más excitante y menos desgastada, tanto The Guardian, como el mismo N.Y.T. se han abrazado. Esa chica, sublime patrón de la manipulación de unos padres, se permite el lujo de intervenir en todos los foros, habiendo dejado a sus espaldas los pupitres, las clases y la instrucción a la cual están obligados todos los ciudadanos europeos. Greta, sin saber exactamente cuáles han sido sus estudios, desde su movimiento estudiantil, Fridays for Future, se permite anunciarnos al resto de mortales, que «la crisis climática no tiene que ver sólo con el medio ambiente. Es una crisis de derechos humanos, de justicia y de voluntad política. Los sistemas coloniales, racistas y patriarcales de opresión la han creado y alimentado. Necesitamos desmantelarlos a todos». O sea, que, liderando a mentes tales como las de la Lastra, la Montero, el Rufián o el mismo Sánchez, se permite, arramblando con todo, decirnos lo que no debemos hacer, pero, en modo alguno se refiere a la necesidad de formación, de instrucción, de educación, de culturización. Lo que hay que imponer, cueste lo que cueste, es el gran panteísmo planetario, mediante la satanización del capitalismo y la sublimación del socialismo científico, rechazando, con todas sus fuerzas, que lo procedente es lograr mejores hombres y mujeres para el planeta, que con ello también este mejorará.
Lamentablemente, una vez más nos hallamos, ante la implantación del método propuesto por Platón ― con Goebbels como alumno destacado ― en cuanto a que es justificable el uso de la mentira en política, para obtener fines estimados nobles. Y en ello se aplican los nuevos sacerdotes de la prédica anticapitalista, expulsando del mundo a quienes se atreven a denunciar el circo, el despilfarro de la chica mal carada, con su fabuloso catamarán, su grito de que le han robado la infancia, para desviar la atención sobre el hecho de que ni asiste a clase ni Suecia nos pagará a los españoles los 60.000.000 € anuales que significa el impuesto al CO2 que defienden Thunberg y sus eco catecúmenos.
En definitiva, a tal manipulación nulamente platónica, empero su fuente, hay que responder con el esfuerzo en nuestros colegios en cambiar manipulación por instrucción en la ciencia, donde la mentira no sea un medio sino lo contrario a la verdad, único principio que nos hará libres de militancias indeseables y de sacerdotes eco panteístas. Retomando, de paso, la lectura de John Dewer, para recordar que la democracia, en su plenitud, se logra con la educación y el impulso, sobre la verdad, de la sociedad civil.
Aunque, obviamente, para ello son necesarios políticos que hayan superado el graduado escolar.