Aun sin ser un gran partido, después de ver el emocionante Real Madrid-Villarreal, que confirma la crisis merengue, da mucha pereza ponerse a esperar la jornada de Segunda B con sendos y “apasionantes” Penya Deportiva-Mallorca y Atlético Baleares- Formentera, duelos en la “cumbre” para amargar la perezosa mañana de un domingo de resaca. Pero esto es lo que hay y seguramente lo que se han ganado tanto “barralets” como “ferrerets”.
No cabe pensar que el precipitado fichaje de Salva Ruiz ha obedecido a la baja de Bonilla, como si en Son Bibiloni no hubiera o no se pudiera improvisar un lateral zurdo para disputar el partido frente al vicecolista del grupo. Toda una lección para Fran Grima, fuera de la convocatoria de la que se ha caido al fin Pol Roigé, el jugador que más oportunidades ha tenido a lo largo de la primera vuelta. Corramos un tupido velo porque a ver quién es el guapo que, lider e imbatido, se atreve a cuestionar las decisiones del entrenador y del club, cuyo refuerzo estrella continúa a la espera.
Los ibicencos, con respiración asistida desde que empezó el campeonato, no han sido los peores anfitriones, aunque solo hayan ganado dos partidos en su pequeño cubículo de Santa Eularia. Todo indica que en la más pequeña de las Pytiusas se han organizado mejor. Tampoco es excusa para que deban salir derrotados de Son Malferit, en cuyas picas pende la cabeza del segundo técnico de la temporada. La epopeya copera da para mucho pero, en el campeonato de liga, pasa una factura excesiva que los de Melgarejo han de cobrar si no quieren experimentar como el fantasma del descenso sobrevuela lo que en tiempos fue el campo del Soledad.
Llamar derbys a estos carteles es como convertir en conciertos las verbenas de Sant Sebastiá. Eso incluye al de la próxima semana, ya que hablamos del Santo.
