Nos ha tocado vivir y afrontar tiempos difíciles y comprometidos que nos ponen a prueba tanto individualmente como colectivamente. Ya nada nos es ajeno. Nos enfrentamos a un fenómeno vírico de una gran interactividad y capacidad globalizadora. Nadie lo hemos elegido, pero nos ha movilizado a todos. Patética fue la subestimación inicial de algunos insensatos seudolíderes políticos y de una manada de imprudentes vocer@s cuya misión es crear malentendidos sociales como un sórdido y jodido acufeno que nos machaca la endolinfa. No nos merecemos a estos charlatanes histerificados y opinoides que okupan la basura televisiva. De nuevo un petit virus nos recuerda de que estamos hechos y nos confronta con nuestra vulnerabilidad e indefensión. Pero, aunque la letalidad del virus es pequeña, se muestra mortífero en aquellas personas cuya capacidad de defensa y de inmunidad esta comprometida. Se ceba con las personas mayores y con las personas que padecen patologías crónicas que les hacen ser más frágiles.
Son tiempos que convocan a la unión, a la lucha compartida y global, a la solidaridad, al esfuerzo y la responsabilidad de todos, incluso de los políticos. Sabemos por nuestra memoria histórica que esto funciona y que además une, nos da esperanza y nos genera mas recursos ante la incertidumbre.
En tiempos recios nos toca poner mojones que dejen rastro y que marquen e impriman carácter a nuestro rostro.
Mojones como están poniendo todo el personal sanitario, fuerzas de seguridad del estado y trabajadores de diferentes ámbitos sociales. Mojones como ponen diversos empresarios, desde el generoso Amancio Ortega a la empresa menorquina Caules. Mojones como ponen todas las personas que están siendo responsables en el confinamiento. Mojones como ponen los periódicos y medios digitales que informan con veracidad y razonablemente. Mojones como ponen los profesionales de todos los ámbitos de la sanidad pública y privada de toda España (atención primaria, hospitalaria,061, residencias) que atienden a los pacientes sin contar con los medios adecuados de protección. Mojones como ponen los médicos jubilados del COMIB que se han prestado a ayudar. Mojones como ponen los médicos de Simebal que han renunciado a su liberación sindical. Mojones como ponen todos los profesionales de la Salut Mental. Mojones como ponen todas las personas de buena voluntad, que practican el plural y no el singular. Mojones como ponen los periodistas para informar éticamente de esta pandemia. Etc etc.
El confinamiento es un test de estrés para los vínculos familiares ya que aumenta el roce y la convivencia. No siempre es fácil gestionarlo, pero es una gran oportunidad para seguir conociéndose (la familia es un encuentro de personas desconocidas) y para disfrutar del estar ahí. Cuantas veces nos extrañamos de la extrañeza de nosotros mismos y de nuestros familiares.
Y por favor no sean Diogenes del guasap. Borren. Eso si después de lavarse las manos. Y no olviden que en tiempos recios nos toca seguir poniendo mojones que dejen rastro y modelen nuestro rostro.
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.