Hay que tener mucho valor para hacer jugar a un equipo tan limitado como el Mirandés, con un 3-3-3-1, dejando las bandas a merced del rival. El Mallorca fue incapaz de aprovechar el gentil obsequio y aunque en la primera parte creó oportunidades, sobre todo al utilizar a Ortuño como referencia, en la segunda se diluyó física y mentalmente dentro de la tela de araña tejida por su rival en el centro del campo, donde solamente Sissoko se mantenía entero. Los de Carlos Terrazas no trenzaron una sola acción ofensiva y tuvo que ser en una jugada individual de Sangalli cuando igualaron inmerecidamente el marcador que había abierto precisamente el jugador cedido por Las Palmas,
Si, el resultado no refleja lo sucedido en el terreno de juego, pero castiga las imprecisiones constantes y el juego improvisado sin ninguna ligazón practicado por ambos contendientes. Claro que la clasificación de los burgaleses es mucho más cómoda y posiblemente se pueden permitir algunos lujos, como el de jugar una hora sin delantero centro, Ion Velez es una nulidad, o más de medio partido sin defensa central, pues sustituido Alex Ortiz por una amarilla, su relevo, Carlos, entregó al anfitrión todos sus despejes. Hablando de eso, el cancerbero local, Timon, tampoco es un dechado de virtudes jugando con los pies.
Cualquier espectador imparcial e ignorante de la categoría y los protagonistas, habría creído ante un partido de Segunda B. Los hay mejores. El caso es que este empate le sirve al Mallorca de muy poco, aunque la derrota del Huesca y el empate del Almería le permiten conservar un colchón de puntos respecto a las posiciones de descenso que, de momento, es suficiente aunque no del todo seguro.
