En estos días hemos visto de nuevo la convocatoria política a las urnas, a volver a votar, a no se sabe quien, ni para que, porque si algo tenemos complicado es el situarnos políticamente hablando.
Todas aquellas personas con las que hablo me trasladan la misma crispación; ya no tenemos políticos que luchen por unos ideales, sino que solamente piensan en mantenerse al mando del timón sin objetivo alguna, sin saber hacia donde dirigirse, ni el para qué hacerlo.
¿Dónde quedaron grandes líderes políticos como Nelson Mandela, que ayudaron a su pueblo y dejaron un legado de cambio, en una sociedad mucho más compleja que la nuestra y con menos medios para hacerlo?.
Pero seres humanos así, hoy en día es difícil de encontrar.
Vivimos en la sociedad de la titulitis, de los expertos de todo, de la demagogia, totalmente carente de valores y de creencias, más allá que en la del dinero como base.
Una sociedad en la que los intelectuales cada vez son menos y pareciera que se han hecho mayores, una sociedad podrida de dramas diarios, conflictos y problemas cotidianos, donde leer la prensa se ha convertido en una batalla, ya que nos deja un mal cuerpo impresionante el nivel de las noticias que en ella leemos.
Esta sociedad que hemos creado los que ahora estamos en ella carente de reflexiones de sofá y concentrada en NEXFLIX y programas basura que nos alienan de la realidad que vivimos y nos hacen entrar en la caverna de Platón, perdiéndonos en el devenir de los días.
Una sociedad que produce expresiones ausentes, tristezas en los rostros y pocas ganas de levantarse cada mañana para ir a trabajar.
Y nuestros políticos, que viven de lo que nosotros producimos y son una representación del pueblo, así lo demuestran cada día.
No se que es antes, si la gallina o los huevos, pero claramente son un reflejo de la mediocridad imperante en nuestra sociedad actual.
Y si, claramente vivimos otros tiempos en los que nos sentíamos más felices, en los que los jóvenes no estaban carentes de ilusiones, ni de magia y por supuesto, tenía muchas ganas de hacer cosas, triunfar, vivir y ser felices, formar sus hogares, ser buenos profesionalmente y superarse cada día.
Pero ahora, la media es terrible y lo que la juventud nos grita es que sus almas están inundadas de tristeza, de pocas ilusiones y muchos miedos, de contratos basura que no les darán acceso a una vivienda digna y de jornadas tediosas que no les harán felices.
Por eso ha cambiado la sociedad, porque buscan el placer cortoplacista, el chute diario para poder subsistir entre tanta tristeza.
Me siento indignada de lo que nos cuentan en las redes sociales, de las mentiras que quieren hacernos creer y de las circunstancias que estamos viviendo.
Gracias a Dios gran parte de la población, no es consciente del gran engaño en el que estamos sumidos y volverán a votar el 28 de abril, al menos malo, para que la rueda siga.
¿Y si se parase el mundo y todos votáramos en blanco, qué consecuencias tendría esto?.
Posiblemente no tan malas como para seguir en la rueda donde estamos sumidos, tal vez alguien despertaría de esta letanía que nos tiene atrapados.