Cooper Walz lideró la primera semifinal con un tiempo de 1:41.89, seguido, a 0.79, del alemán Jakob Thordsen (1:42.68). Por su parte, el portugués Fernando Pimenta se impuso en la segunda semifinal (1:42.78) y el australiano Jean Westhuyzen (1:42.02), en la tercera.
Con este resultado, Cooper Walz optará este sábado a una nueva medalla mundialista que supondría la octava insignia en su casillero, después de los oros logrados el año pasado en K2 500 (Copenhague) y Racice (República Checa) 2017, las platas en K4 500 en Szeged (Hungría) 2019, Racice 2017 y Montemor-o-Velho (Portugal) 2018 y en K2 500 en Milán 2015. A este palmarés, cabe agregar el bronce en K1 500 obtenido en Moscú 2014.
UN BRILLANTE PALMARÉS
El palista, nacido en Cala d'Or hace 27 años de edad, suma también a su excepcional carrera la plata de K4 500 en los Juegos Olímpicos de Tokio, junto a Saúl Craviotto, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, que se une a la conquistada en la prueba de K1 1000, en Río de Janeiro 2016.
En cambio, en C2 500 femenino, María Moreno y Maria Prats se quedaron sin opciones de entrar en la final, al acabar quintas en su semifinal (2:12.24), a 4.64 de las canadienses Katie Vincent y Sloan Mackenzie.
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