En nuestro país, diez personas se quitan la vida cada día. Desde que se registran, desde la década de los 80, no han hecho sino aumentar. Los registros en los años de severa recesión se han disparado un 20%. La cifra ha alcanzado en 2014, el último año estudiado, su record histórico. Roza ya los 4.000. Nos estamos acercando a los 10 fallecidos por cada 100.000 habitantes y año. De hecho, el suicidio es ya la primera causa de muerte no natural; a pesar de que solo el 10% de los que lo intentan acaban falleciendo. Dobla en valores absolutos el número de fallecidos por accidentes de tráfico. Las defunciones en la carretera han experimentado, por el contrario, una fuerte disminución. En tan sólo 6 años, se han reducido hasta la mitad.
Las diferencias por género son muy importantes. Siete de cada 10 personas que se quitan deliberadamente la vida, son hombres. Los suicidios se producen en todas las edades. Llaman la atención los picos en las franjas de edad extrema, probablemente por factores precipitantes muy diferentes. Por un lado, el suicidio es una significativa causa de muerte entre los jóvenes. Por otro, en la década de los 80 a los 90 años, los porcentajes triplican la media. La pérdida de autonomía, en estos casos se interpreta como definitiva.
El Instituto Nacional de Estadística –INE-, con metodología y rigurosidad, nos acerca cada año a las causas de muerte, clasificadas por enfermedades, disgregadas por autonomías y comparadas con el resto de países europeos. Con precisión quirúrgica describe la evolución de los porcentajes y destaca el papel preponderante de las enfermedades cardiovasculares y las neoplasias como causa de muerte. Los registros genuinamente sanitarios, que permiten evaluar la influencia de la asistencia en la mejora de la supervivencia, van más atrasados. En especial los registros poblacionales de cáncer que no acaban de consolidarse. Urge liderazgo y un fuerte impulso institucional.
Algunas voces ilustradas apuntan, año tras año, que con programas proactivos es posible reducir de una forma significativa el número de suicidios. Esperar que pidan ayuda, se conforma como una técnica con malos resultados.
El drama oculto, estriba en que la práctica totalidad de los que revelan un comportamiento suicida, si la vida les da la segunda oportunidad, acaban manifestando su arrepentimiento. Queda mucho, mucho trabajo preventivo por realizar.