‘A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador hará bien en favorecer esta libertad… la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre, que es su destino’. (Aldous Huxley, Prólogo de ‘Un mundo feliz’.)
Recordemos las palabras de Irene Montero, ministra de Igualdad del gobierno socialista de Pedro Sánchez: ‘Irene Montero insiste: Los niños, las niñas y les niñes, tienen derecho a saber que pueden tener sexo con quien quieran’. (El Debate/11/11/2022.)
En una sociedad, mayoritariamente de ciudadanos, estas palabras de esta exministra, habrían provocado fuertes e indignadas reacciones.
No ha sido así. ¿Por qué? Porque esta sociedad- la España 2024- está formada, en buena medida, por súbditos. Diccionario de la Real Academia Española: ‘Sujeto a la autoridad de un superior con la obligación de obedecerle’
¿Por qué tendría que haber súbditos en la España de 2024? Ortega definió al «hombre masa» como ‘el que se diluye en la multitud, renunciando a su individualidad, careciendo así de una personalidad propia’. En este caso, se siente realizado en la tribu socialista. Y añadía nuestro filósofo, ¿Para qué oír, si ya tiene dentro de sí cuanto falta?
Ya tiene todo lo que hay que tener. ¿Y eso? Porque el súbdito de izquierdas sabe que pertenece a una tribu moralmente superior. Y punto.
Por eso el súbdito progresista tiene la obligación- plenamente interiorizada- de hacer lo que digan los jefes de la tribu. ¡Obedecemos al ‘puto amo’!
Insistamos. Las repugnantes palabras de la ministra Irene Montero ya se dirigían a una sociedad parcialmente aborregada. En la que además de ciudadanos, hay súbditos, aunque éstos ignoren que lo son. Por eso- y vuelvo a citar a Ortega- ‘Carece de un ‘dentro’ de una intimidad suya, que le hace inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar’.
O sea, mi ‘yo’ pertenece a mi partido, que es moralmente superior. Sucedía lo mismo con los miembros del partido comunista en la Unión Soviética. Un ‘yo’ entregado, sometido. Pues así son los millones de súbditos que siguen al ‘puto amo’ (PSOE), a pesar de que ha mentido en cuestiones de gravísima importancia. Una de ellas es la que afirmó que nunca sería socio político de Bildu, el brazo político de la organización terrorista ETA. ‘Si quiere se lo repito veinte veces’, añadió. Mentía.
No ha dimitido, a pesar de que su mujer Begoña Gómez está investigada por el juez Peinado, por corrupción y tráfico de influencias. En cualquier país democrático esto habría supuesto la dimisión fulminante de su marido, el presidente de gobierno.
¿Cuál ha sido la reacción del gobierno socialista? Atacar a los jueces. Dos ministros, Bolaños y Puente, han acusado al Tribunal Supremo de boicotear la amnistía, porque sus magistrados son de Vox (ultraderecha), o son como el golpista Tejero, pero sin bigote. Esto no sucede en ningún país democrático. Penúltima vileza socialista, el cupo catalán. ¿Cómo va a tener lo mismo un catalán -VIP por naturaleza- que los vulgares españoles sin hecho diferencial?
¿Reacción de los súbditos del ‘puto amo’? Aplausos. Esto sucede en las dictaduras bananeras. ¿Te has enterado, Alberto, de que Sánchez es un dictador moderno, que no necesita tanques? ¡Despierta de una vez, o deja paso!
¿Es la oposición del Partido Popular la otra cara de la moneda? No. El PP se abre a pactar con Junts, días después de la nueva huida del prófugo Puigdemont: «Creemos que hay que hablar con todo el mundo» (LGI/14/8/2024.) Pero no con Abascal. Típico de la derecha acomplejada.
¿Y los votantes populares? ¿También son súbditos? Creo que la diferencia entre votantes populares y súbditos socialistas, está en que los primeros no creen ser moralmente superiores, ni pertenecer a un partido moralmente superior. Tampoco aceptan las indignidades del ‘puto amo’. Ni siquiera-quiero creer- si las propusieran los dirigentes populares. Aunque tienen enormes tragaderas.
Para defender nuestra democracia en peligro, es malo tener tantas tragaderas con ‘los míos’. Un buen demócrata, defiende la democracia antes que su partido. Lo contrario de lo que hacen los súbditos socialistas y su Caudillo Sánchez. Obediencia ciega. ‘Obbedienza cieca’.
Ejemplo de súbditos: ‘El socialismo valenciano asume el cupo catalán sin disidencia y avala la reelección de Sánchez’.
Súbditos desvergonzados: ‘La ministra Montero defiende el cupo catalán en el Senado: «Es solidario y profundiza en el federalismo’.
Es un privilegio insolidario y el federalismo- sin reforma constitucional-es incompatible con la Constitución.
No está confirmado que los súbditos socialistas aplaudieran al ‘puto amo’, rodilla en tierra y con un clavel rojo en la oreja.
Sánchez no ganó las elecciones (121 PSOE/PP, 137), pero… ‘Vamos a gobernar, con o sin apoyo del Legislativo’. O sea, gobernar por decreto y sin rendir cuentas al Parlamento. También le molestan los jueces independientes. Y el Senado.
El ‘puto amo’, es un dictador.
Pero de izquierdas, tío. ¡No es lo mismo, joder!
Súbditos.
Sebastián Urbina.