Día mundial contra el SIDA
martes 03 de diciembre de 2019, 03:00h
Este pasado domingo, uno de diciembre, ha sido el Día Mundial de la lucha contra el SIDA, que viene conmemorándose desde 1988, año en que fue oficialmente propuesto por la Organización Mundial de la Salud.
Desde entonces, la enfermedad se ha cobrado entre 25 y 40 millones de muertos, pero la situación ha cambiado radicalmente, ya que los espectaculares avances científicos en el conocimiento de la etiopatogenia de la enfermedad y en el desarrollo de fármacos eficaces que frenan su progreso, han convertido a la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana en una enfermedad crónica, cuando antes era fatalmente mortal.
Pero esto es así en los países desarrollados con sistemas sanitarios de acceso universal. En países pobres con capacidad limitada de asistencia, el SIDA sigue siendo una enfermedad ;con un elevado índice de complicaciones y mortalidad, pero también en países desarrollados en los que no hay sistema sanitario universal y el acceso a las prestaciones sanitarias depende de la capacidad económica, las capas menos favorecidas de la sociedad padecen una preocupante discriminación en el acceso a los tratamientos.
La educación y la prevención siguen siendo los pilares fundamentales para evitar la diseminación de la epidemia, junto con el diagnóstico y el tratamiento precoz. En los últimos años se ha desarrollado la ya famosa ;píldora PrEP, píldora preexposición, que es efectiva en evitar el contagio tras una relación sexual no protegida y que, por fin, se ha aprobado en España su financiación pública. Su uso, sin embargo, no está exento de polémica, ya que supone un riesgo de relajación por parte de la población, con el consiguiente incremento posible de otras enfermedades de transmisión sexual, ;embarazos no deseados y otras consecuencias a largo plazo. Con todo, es un avance indiscutible en la prevención de contagios en personas con conductas de riesgo.
Tanto la educación, como la prevención, el diagnóstico y el tratamiento precoces, dependen de la calidad de los sistemas sanitarios y de los presupuestos económicos, pero también de la desaparición del estigma y la discriminación que la infección aun supone en nuestra sociedad. Solo si desaparece la discriminación social y laboral que aun existe entre nosotros, los posibles afectados perderán el temor y podrán acudir a los recursos sanitarios disponibles para conocer su situación. Asegurar la confidencialidad es también otro requisito indispensable.
Y es por todo ello, por la importancia de la ausencia de discriminación para conseguir la extensión de la educación y prevención, así como el diagnóstico precoz, a toda la población, que la OMS ha decidido que el lema de este año es “las comunidades marcan la diferencia”, para enfatizar la importancia del entorno social en la lucha contra la enfermedad. ;
Solo si todos, como individuos y como comunidad, nos implicamos en la lucha contra la extensión de la enfermedad y contra la discriminación que aun padecen los afectados, podremos tener éxito en ;la contención y, en último término, disminución drástica de esta pandemia que representa una amenaza global para el desarrollo humano.