Deuda pública y otras minucias

En vez de afrontar la recta final de esta legislatura de bochorno poniendo en valor las exiguas iniciativas parlamentarias objetivamente positivas, van y ponen el retrovisor. El impulso de una pomposa comisión parlamentaria con ánimo revisionista es una magnífica forma de perder y pasar el tiempo. Una excelente máscara, un distinguido disfraz para disimular la inacción.

Era lo que nos faltaba. Distraer las pocas luces de una parte importante de los diputados que dan soporte al govern en marcar a la oposición. Orientar la mayoría parlamentaria a tejer un relato con el que afear a los anteriores gobiernos del PP, en vez de trabajar en el impulso y la modernización de la comunidad, es una afrenta a los ciudadanos.

No es para menos. Nuestra deuda en multimillonaria y muy pesada. En este contexto, debe resultar muy doloroso constatar que las únicas inversiones vinculadas al desarrollo y a infraestructuras de interés general las realizaron los diablos del partido popular. Debe generar verdadera zozobra haber enterrado millones y millones de euros en inversiones silenciosas e invisibles y agotarse en luchas intestinas que no llevan a ninguna parte.

Siempre ha sido así. El desespero nubla la vista y agrieta la imaginación. Un gobierno rehén de un grupo soberanista y radical, con más miembros dimitidos que en activo, es un lastre insalvable de cara a una futura consulta popular.
Este último tramo de legislatura, con semejantes compañeros de viaje, se puede hacer tedioso y muy largo. De ahí, que tirarse a la bartola y dedicarse a bailar la conga, no es la peor opción.

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