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Detectado un aumento de casos por contacto con la procesionaria

martes 18 de marzo de 2014, 11:27h

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Juaneda-Dr.-Jordi-de-Otero

La presencia de la oruga de la procesionaria se empieza a acelerar con la llegada de la primavera y las suaves temperaturas. Ya se están registrando los primeros casos por procesionaria y los expertos aconsejan cómo actuar ante las molestias que provoca, que pueden afectar de forma importante y provocar incluso, un cuadro de emergencia médica.

El doctor Jordi de Otero, especialista en Medicina Interna de Juaneda, señala que: “la procesionaria es una de las orugas que mayores reacciones alérgicas producen. Su cuerpo esta recubierto de pelos que son urticantes de por sí, una vez entran en contacto con la piel, inoculan una especie de veneno que libera las toxinas responsables de la irritación. El contacto puede traer consecuencias leves y la piel reaccionará en  forma de granitos, con inflamación de la zona y enrojecimiento, produciendo picor y escozor. En estos casos, el tratamiento indicado es sencillo, se aconseja limpiar la zona, calmarla aplicando hielo y suministrar algún antihistamínico o antiinflamatorio”.

Además de irritación, puede producir una reacción alérgica que suele aparecer de forma inmediata, una vez se entra en contacto con la oruga o con sus pelos urticantes que liberan por el aire. Si es un caso leve, sus efectos desparecerán a los pocos días.

Aunque la situación se puede complicar cuando se produce una reacción exagerada en el paciente. El Dr. de Otero advierte que: “En determinadas personas, el contacto con la oruga puede provocar reacciones alérgicas de diversos grados. En estos casos los síntomas son inmediatos y fáciles de detectar. Tras el contacto la zona se enrojece, se hincha y aparece el picor, aunque los síntomas que nos advertirán sobre la existencia de alergia serán el dolor de cabeza, la fiebre e incluso, si se produce una reacción general, problemas para respirar, confusión y hasta desmayo. En cuanto a las personas atópicas, aquellas que reaccionan excesivamente ante sustancias o estímulos ambientales, son, en general, más propensos a reacciones intensas y es frecuente que desarrollen un cuadro de urticaria en el que hay muchas lesiones que pican, y que de lo que realmente se trata es de una reacción alérgica o de hipersensibilidad. El tratamiento más correcto es el de corticoides en crema”.

Existen también algunos casos en los que aparecen erupciones importantes en la piel, resulta afectada la zona de los ojos o existe algún tipo de malestar o hinchazón en el cuello o en la cara; para los que es recomendable acudir al médico que decidirá cual es el mejor tratamiento. Incluso, hay casos en los que la lesión se puede infectar y sería necesario el suministro de antibióticos o de una inyección.

Es importante prestar atención a las zonas urbanas, residenciales, parques y colegios con presencia de pinos, especialmente aquellas a las que puedan acceder niños. A los más pequeños se les debe advertir sobre su peligrosidad, ayudarles a identificar a estas orugas y sus nidos, así como a evitar todo tipo de contacto con ellas. El Dr. de Otero explica que: “el colorido de esta oruga y el hecho de que vayan en hilera suele llamar la atención de los más pequeños. Algunos de los casos que hemos tratado en los últimos días, respondía a un contacto intenso con la oruga porque las han cogido con la mano y les ha provocado una grave urticaria papular. Al tener la piel más fina, la sustancia tóxica penetra con mucha más facilidad que en la piel adulta”.

Por lo general el contacto con la oruga procesionaria es causa de urticaria y conjuntivitis, y las zonas más afectadas suelen ser las que no van cubiertas por ropa como: la piel de la cara, el cuello, los brazos y las manos, y los ojos. En ocasiones la reacción de la piel no aparece de inmediato, ello favorece que al rascarse o frotarse los ojos después de tocar una oruga se desarrolle una conjuntivitis que suele ser muy aparatosa y molesta.

Finalmente, cierta cantidad de pelos urticantes se desprenden en el ambiente y pueden ser causa de problemas de piel y respiratorios aún a distancia de las orugas y sin haberlas tocado, aunque afortunadamente esta situación no es frecuente.

Precaución también con los animales de compañía que pueden lamer o intentar masticar una oruga.
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