El número de personas mayores de 20 años que no consta que hayan sido vacunadas para la COVID-19 en Baleares es muy importante. Presuponen un severo hándicap en la batalla definitiva contra la pandemia. La inmunidad de rebaño -de grupo- es una variable poblacional de nivel superior al hecho individual de ser vacunado que paraliza la transmisión del virus.
La fortaleza de las vacunas anti-COVID se constata en la disminución de las infecciones graves, en la reducción de las hospitalizaciones y en el descenso del número de fallecimientos vinculados directamente con la infección. Su debilidad, a fecha de hoy, se centra en la dificultad que presentan las distintas vacunas autorizadas en la prevención de los contagios. La persistencia de los contagios incrementa la aparición de variantes que puedan driblar la inmunidad vacunal.
La problemática no es menor. El nivel de cobertura poblacional es un arma insuperable para controlar la epidemia y resulta cuando menos preocupante que un número tan elevado de personas no identificadas puedan estar no vacunadas.
La elevada cifra de personas no inmunizadas se atribuye a la falta de fiabilidad de los padrones municipales y se interpreta, sanitariamente, que puede no correlacionarse con la realidad vacunal. El origen de las inexactitudes, seguramente ciertas y graves, se orienta hacia los censos de los ayuntamientos. Trasladar la potencial responsabilidad al ámbito municipal no despeja la amenaza, la posibilidad que los no vacunados sea elevada.
La pregunta crucial que deberíamos hacernos es si el papel y la fiabilidad de la tarjeta sanitaria (a través del código de identificación personal único (CIP-SNS) y las bases de datos que la sustentan están a la altura del nivel de amenaza que representa la COVID-19 para nuestra sociedad.
Un año y medio de amenaza sanitaria y todo el despliegue vacunal tienen que haber servido, inexcusablemente, para actualizar los sistemas de información sanitaria. Tener engrasados y actualizados los indicadores por áreas básicas de salud, los ajustes de cupos, los sistemas de seguimiento profesional y personalizados los indicadores de inmunización.
Los registros fiables y actualizados permiten un control más táctico, más selectivo de los nuevos infectados y una capacidad de respuesta, ante cualquier nuevo contagio o brote, más potente.
Si, tal como publica el periódico UH en su edición del jueves, más de 100.000 personas no están localizables, la posibilidad de que los sistemas de información sanitarios no estén a la altura deseable es altamente probable.
Las cifras oficiales que cifran la vacunación en Baleares de mayores de 12 años en el 80% de su población diana y en el 70% de la población total cifrada en un millón cien mil habitantes, generan un nivel de protección distinto según sea el porcentaje real, no estadístico, de no vacunados.
Al parecer, ahora y no de forma proactiva la administración sanitaria afirma que trabaja en cotejar los datos con el resto de las comunidades autónomas para verificar si las personas empadronadas en Balears han recibido la vacuna en otro lugar. Las CCAA disponen de un sistema de intercambio de datos que permite mantener actualizada la información sobre población protegida a tiempo real, en cada comunidad y en el conjunto del SNS y sobre sus prestaciones.
El insustancial baile de carteras y la priorización partidista de ministerios, de la que son hijos Illa y Darias, no ayuda a reforzar los espacios de cohesión ni los sistemas de información sanitaria interoperable.
Sin información fiable, las herramientas poblacionales quedan muy debilitadas. Los objetivos desnaturalizados. Los logros, difuminados.
Solo faltaría que afrontáramos la situación postpandemia a pedales. Buen finde.