Así debe estar una familia para llegar a tomar una decisión tan drástica como la de matar a tu hija gravemente enferma y, no sólo eso, sino irte tu con ella al otro barrio. Es lo que ha pasado en Pontons, Barcelona. O al menos esta es la primera hipótesis de los Mossos d’Esquadra tras haberse encontrado unas notas de suicidio junto a los cadáveres de un padre, una madre y una hija de 28 años.
La noticia me ha dejado estupefacta y vuelve a poner encima de la mesa el debate sobre la eutanasia. Yo, sinceramente, no sé que habría hecho en el lugar de esos padres pero puedo llegar a enteder la desesperación de unos progenitores viendo sufrir gravemente a su ser más preciado.
¿Aguantarían ustedes ver morir de dolor a un animal? Yo no. Preferiría sacrificarlo. ¿Se imaginan cuál debe ser la sensación si el que sufre es tu hijo o hija? Yo prefería morirme yo de la peor forma posible antes de ver en esa situación a la mía. Imagino que cualquier padre o madre pensará como yo.
Por lo tanto, no es descabellado pensar que más de uno pueda entender, aunque tal vez no compartir, la drástica medida que ha tomado esta familia. Lo único que no me cuadra es que hayan decidido acabar con sus vidas teniendo otro hijo sano. Debían estar muy desesperados.
