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La nueva desescalada debe garantizar que no habrá cuarta ola

viernes 12 de febrero de 2021, 00:00h

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La presión hospitalaria en Baleares por causa del coronavirus se ha reducido notablemente durante las últimas jornadas. La cifra de muertos mantiene aún un trágico goteo, pero los ingresos en planta siguen disminuyendo, al igual que los pacientes atendidos en las UCIs, que este jueves ascendían a 103, siete menos que el miércoles y 37 menos que hace una semana, cuando se alcanzó el récord de toda la pandemia con 140 ingresados en los centros hospitalarios de Baleares.

La tercera ola inicia en las Islas una tendencia a la reducción de contagios, una vez que parece haberse cobrado ya el grueso de los excesos de las Navidades. La menor presión hospitalaria debe permitir mejorar la atención sanitaria; también para las dolencias ajenas al coronavirus que, en buena parte, han quedado afectadas por la limitación de recursos sanitarios.

En paralelo, habrá que proyectar un adecuado plan de desescalada, con las garantías suficientes de que no se va a producir una cuarta ola que sería demoledora para el sistema sanitario -agotado tras un año de pandemia- y para la maltrecha economía de las Islas. En esta tesitura parece operar el ejecutivo balear, aplicando la máxima prudencia en las expectativas futuras.

Una desescalada lenta ha de garantizar la máxima seguridad, especialmente si se mantienen no solo un determinado nivel de restricciones -adecuado a la mejora paulatina de los datos sanitarios- sino también unos hábitos que por otra parte ya están muy incorporados en la vida cotidiana, como son el uso de mascarillas, la distancia social, el lavado de manos o la ventilación de las estancias cerradas.

A ello hay que añadir la progresiva llegada de vacunas en cantidades suficientes para lograr una inmunidad en el más corto periodo de tiempo. Es en este punto en el que existen más incertidumbres. Su correcta evolución será capital a la hora de acertar con una desescalada sanitariamente segura y que no prolongue más el ya elevado nivel de sufrimiento social y económico.