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Nadal Garros

domingo 09 de junio de 2013, 20:33h

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Por octava vez Rafel Nadal ha levantado la Copa de los Mosqueteros en París. El rey del Roland Garros ha vuelto a imponer su ley, en esta ocasión ante el levantino y amigo David Ferrer a quien no ha perdonado ni un solo set. Y es que han sido mínimas las opciones que Rafa ha dado a 'Ferru' a pesar de haber llegado al partido con más horas de torneo a sus espaldas.

Rafa Nadal se ha impuesto ya en el primer set (6-3) en el que se han producido hasta tres roturas de servicio, dos por parte del mallorquín y una del alicantino. Cuando Nadal iba 3-0 en el segundo set, a punto de cumplirse la hora de partido,  la lluvia ha hecho acto de aparición aunque no ha sido ésta la que ha interrumpido el partido. Una pareja de espectadores especialmente 'gritones' y un espontáneo que ha saltado al terreno de juego desnudo y con una bengala han obligado a parar el juego durante unos momentos. A pesar de ello, Nadal ha seguido concentrado en su juego y ha vuelto a imponerse por un contundente 6-2.

El tercer set ha ido por los mismos derroteros. A pesar de ceder un juego, el manacorí ha conseguido mantener su ritmo constante y romper el saque del de Jávea en dos ocasiones y colocar otro 6-3 en el marcador que le daba su ansiado triunfo en "su torneo". Sólo ha necesitado un match ball. Nadie hasta ahora había ganado el mismo Grand Slam en 8 ocasiones.

La Philippe Chatrier ha sido testigo del duelo entre dos amigos que han dejado de serlo por unas horas para luchar por el preciado trofeo. Con siete torneos parisinos a sus espaldas, Ferrer era la nueva piedra en el camino de un Nadal que buscaba ampliar su leyenda en Roland Garros.

Dos caminos muy distintos trajeron a Ferrer y a Nadal a disputar la final del prestigioso torneo galo. El primero sufrió en el primer partido ante Albet Montañés, pero a partir de esa victoria completó cinco partidos ganando por la vía rápida.

Antes de llegar a la semifinal ante Tsonga eliminó a otro español, Tommy Robredo, en cinco sets. Cuando se vio a un paso de la final y con Federer fuera de juego, el alicantino sólo tenía un objetivo: jugar su primera final de un Grand Slam, y aplastó al francés Tsonga para conseguirlo.

Por su parte, Nadal sufrió un poco más para llegar a la gran final. Con las dudas que tiene presentes sobre su estado físico pero con la convicción que le daba haber ganado seis finales desde que volvió a la competición, el manacorí se plantó en semifinales para jugar ante uno de sus grandes rivales, el serbio Novak Djokovic.

El número uno del mundo le plantó cara y por momentos parecía una final anticipada, con la misma carga épica de aquel duelo de titanes que disputaron en la final de Australia. Esta vez, y como siempre ha ocurrido en Roland Garros, se impondría el español.

Antes de este partido ya se habían disputado tres más con jugadores nacionales la última en 2002.

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