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Del amor al odio

martes 17 de marzo de 2015, 08:51h

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Dicen que del amor al odio, solo hay un paso. Soy tan ingenuo que aún me sorprende este cambio tan radical del sentimiento más personal. De estar enamorado a odiar a la persona amada. Y por desgracia es así. No solo en el amor físico o psíquico, también en la estimación y en el cariño que se tienen dos personas. Leo, escucho y veo, multitud de casos en que, primero se aman, y después se odian. Me duele comprobar cómo se cambia de opinión cuando no se consigue de la otra persona aquello que crees que te debe. Siempre he dicho que si de verdad quieres a una persona, la querrás toda la vida. Es como las buenas amistades, siempre serás amigo, si la amistad es de verdad. Otra cosa es que la relación personal se base en un interés, cualquier interés. Dice la iglesia católica que, si nunca hubo amor, el matrimonio se puede disolver. Y de hecho, es la razón más utilizada para justificar que todo terminó y a otra cosa, mariposa. Amar y ser amado y pasar a ser odiado e incomprendido. No entiendo cómo se puede vivir en pareja muchos años, tener hijos en común y al final de la historia, odio, ni agua y si te he visto no me acuerdo.

Cómo se puede olvidar todo lo que se ha vivido y despreciar todo lo bueno que se ha sentido. A no ser, que la relación fuese falsa. Y si era falsa, mentira, interesada o aceptada por miedo o por cobardía, se debería buscar la verdad en el interior de cada uno, poner las cosas en su sitio y reconocer la parte de culpa que cada uno tiene que asumir. Mi ex, siempre dice que el agua no se pierde por un solo agujero. Y les dice a nuestros hijos que deben respetar, querer, ayudar y comprender a su padre. Ojalá que ellos escuchen el consejo.

Toda esta parrafada filosófica de café, mía y solo mía, me viene a la cabeza cuando leo los correos entre dos hombres. Uno de ellos, el adulto, enamorado del menor. Busco en la red las historias de efebos, lolitas y amores que matan. Recuerdo páginas de “El gran espejo del amor entre hombres”, imágenes de Brando en el Último Tango, y de Muerte en Venecia de Visconti. Hay muchas más, pero la gran mayoría tratan del amor entre dos mayores de edad. Y ese es el umbral que determina la delgada línea roja de lo correcto y lo despreciable. El amor que se siente a los 15 años es más intenso, real, fuerte y loco que el amor adulto. Pero el adulto es el que es consciente de la realidad, no del sueño o del deseo. Por esoe, suya es la responsabilidad de las consecuencias de un amor loco y prohibido.
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