También de penalti y en el último minuto, aunque esta vez faltaba un cuarto de hora, también se ganan partidos. No es que el Mallorca mereciera mucho más que su oponente, aunque en términos boxísticos habría vencido a los puntos por mayor intensidad. Timon, evitó el empate en el único remate a portería del Alcorcón, que justificó su pobre campaña fuera de casa, mientras que Roigé y Acuña no supieron convertir las dos únicas oportunidades locales, ambas en la primera parte.
Más que el resultado y el hecho de haber abandonado los puestos de descenso, las ideas de Fernando Vázquez se plasmaron con relativa claridad y, obviamente, con un amplio margen de mejoría. Desde la alineación inicial el de Castrofeito dejó claro que prefería armar el equipo atrás y aprovechar, si se diera el caso, la velocidad de los dos hombres de banda, en principio Roigé y Brandon. Un dibujo que precisó la salida de Moutinho para su aplicación práctica. Atrás se ganó en seguridad con un doble pivote conservador, Yuste y Sissoko, y dos líneas de cuatro muy juntas que buscaron antes el fútbol directo que el toque. Le regalaron la posesión al visitante, incapaz de gestionarla con la menor malicia.
A esto va a jugar el gallego hasta final de temporada, sin marcarse grandes objetivos porque nadie le va a exigir más que la permanencia, dadas las circunstancias. Aún así no anda sobrado de efectivos. No sabemos si Colunga será el delantero ansiado, pero si está claro que no es Coro. En fin, este equipo lucha y se entrega, pero ahora necesita demostrar que también sabe sufrir. La pelota está en el tejado del nuevo y tercer inquilino del banquillo.