De más a menos

A falta de un clavo al que agarrarse, el Mallorca busca la alianza de la fortuna. Su inservible y engañoso empate contra el Nastic, con ayuda arbitral, solamente se sostiene en base a los malos resultados de sus rivales directos. La suerte esquivó la victoria del Almería en Vitoria y la del Huesca en Elche, por no hablar de las tablas entre el Albacete y el Mirandés donde, por cierto, no echan de menos a Lago Jr. De no mediar este balance de la jornada, el canguelo impediría conceder ningún valor a esa invocada reacción de la segunda parte en la cita del pasado sábado. Pero no caigamos en esa trampa urdida para justificar a Fernando Vázquez y permitir a Maheta Molango seguir apelando a la épica, un mal recurso para mantener una categoría que debería conservarse con la gorra.

La realidad es muy distinta: el equipo de Gálvez, sin refuerzos, jugaba bastante mejor que el del entrenador gallego, con ellos,.

Pero la semana se prevé tranquila. Los árboles de la gala del centenario volverán a ocultar la oscuridad del bosque mallorquinista. Ayer leí en Marca a José María García decir: “Yo podría ser del Real Madrid, pero creo que tiene al peor presidente de su historia”. Una vez más me tomo la libertad de parafrasearle, pues yo podría ser del Mallorca, pero tiene al peor presidente de su historia. Bueno, excepción hecha de Gabriel Cerdá. No obstante no es ni mi presidente, ni mi club. Y, ojo, no hablo del accionista o, mejor dicho, del máximo accionista, de quien me reservo opinión hasta que los hechos no demuestren claramente lo que, sin embargo, muchos ya nos tememos. El problema de la efervescencia es que la eclosión se desvanece en cuestión de segundos, de algún minuto a lo sumo. Como el efecto Zidane en Valdebebas.