La princesa Corinna no volverá a España porque no es apropiado ni inteligente. Así se lo ha manifestado a la revista Vanity Fair en su edición de octubre. Demuestra así ser infinitamente más cautelosa que el juez José Castro.
El instructor del caso Palma Arena ha querido escenificar muy claramente su divorcio con el fiscal costitxer Pedro Horrach al irse a tomar un gin tónic a una terraza del Molinar con la letrada Virginia López-Negrete, que ejerce la acusación popular en representación del sindicato Manos Limpias.
Este compadreo en día festivo no es ni apropiado ni inteligente, se ponga como se ponga el señor Castro, quien molesto por ver las imágenes del encuentro publicadas en la prensa lo ha calificado de “ridiculez”. Es posible que sea una ridiculez, en una de las acepciones recogidas en el diccionario de la Real Academia Española y que se trate de una cosa pequeña o de poco aprecio, sin embargo nadie podrá negar que es lógico que resulte sospechosa una reunión así cuando el instructor de la causa, que siempre ha mantenido una actitud proactiva e instrucción acusatoria, buscando para ello siempre la complicidad de la Fiscalía, al verse abandonado por el Ministerio Fiscal busque la complicidad de la acusación popular.
El Consejo General del Poder Judicial ha censurado “cualquier injerencia que pueda llevarse a cabo sobre la labor jurisdiccional” de José Castro, como respuesta a la publicación de las imágenes del encuentro entre el magistrado instructor y la letrada López-Negrete. Sin embargo, se echa en falta un pronunciamiento del máximo órgano del poder judicial sobre el fondo del asunto, porque se quiera o no, que el juez se dedique a compadrear con la acusación popular no es algo edificante ni un asunto baladí.