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De Belén Esteban a Pablo Manuel Iglesias

Por Miquel Pascual Aguiló
sábado 31 de diciembre de 2016, 01:00h

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Hijo, ¿qué has aprendido hoy en la asignatura de religión?

- Que cuando hago algo malo, lo primero pedir perdón.

- Muy bien, ¿y en la de ética?

- A no hacer cosas malas para no tener que andar pidiendo perdón cada 5 minutos.

Se ve que entre los muchos títulos y conocimientos que tiene Pablo Manuel Iglesias y de los que tanto presume no brilla con luz propia la ética, pero sí la religión de la que tanto apostata él y parte de la troupe que le sigue a pies juntillas.

Es en este último, por el momento, video de Pablo Manuel Iglesias a los militantes que aparece el clásico amigo cínico de toda la vida que mientras te abraza con una mano, con la otra te está apuñalando. Tremendo el video, se supone que está pidiendo disculpas y lo único que hace es darse autobombo.

De pena, que ahora pida perdón como un niño mal criado, sorprendido en medio del estropicio que acaba de hacer, a la vez que intenta repartir las culpas entre los que van a la televisión, a los que hablan, a los que piensan, a los que no coinciden ni con su política ni con su forma de ser, como si quisiera ser la única voz de su partido, transparencia le llama a esto. No puede tenerse menos respeto por su gente, se está haciendo una campaña exclusivamente de su persona y a la vez les está diciendo que las discusiones son malas, que no se metan en política, que ya lo hace él todo que es el bueno y el que sabe. Al más puro caudillismo.

Es tan falso que mientras gime como una plañidera {Derivada del verbo plañir (sollozar) y ésta del latín plangere, surge la palabra plañidera, o mujer a quien se le pagaba por ir a llorar al funeral de alguna persona. Se hace mención de estas mujeres desde la más remota antigüedad. Para expresar de un modo más enérgico la desolación que debía causar al pueblo judío la devastación de Judea, el profeta Jeremías dice que el Dios de Israel mandó a su pueblo a hacer venir lloronas que él designa bajo el nombre de lamentatrices}, hace que le corten el cuello al portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, José Manuel López, mediante la intercepción de Ramón Black Espinar, por haber apoyado a Errejón, ¿Qué ha hecho mal una persona que había sido candidato para la presidencia de la comunidad de Madrid a propuesta de Podemos, con el voto, del mismísimo Pablo Manuel Iglesias?. ¿Qué ha hecho mal para que sea tan urgente echarle sin que pueda esperarse "un minuto más" como se justificó su cese?

Producto de lo gran estratega que cree ser, al aún líder indiscutido de Podemos se le ha ido de las manos la guerra interna por el poder en su partido; ha menospreciado y no ha sabido medir la importancia del sector errejonista; no ha calculado en absoluto el efecto negativo de los ceses fulminantes o purgas de elementos valiosos dentro del partido ni de la campaña de acoso contra su hermano del alma Errejón, al que, mientras estaba golpeando a sus colaboradores con artimañas, no dudó en darle un beso de Judas en los morros, solo le falta ir a hacer ejercicios espirituales encerrado a un monasterio aislado complutense.

No contento con haber laminado, deglutido a IU, intentado hacer lo mismo con el PSOE con el consiguiente fracaso, dejar dividida y noqueada para mucho tiempo a la izquierda que ha tenido unos resultados tales que ni la derecha más rancia podría haber diseñado un plan mejor para deslegitimar a la izquierda, haberle dado alas al separatismo catalán, haber perpetuado al PP y a un Rajoy que en marzo estaba liquidado, ahora está intentando noquear a su propio partido, si no se hace lo que él quiere.

Como lleva haciendo desde el principio, se ha cepillado a cualquier posible rival o disidente dentro del partido, y luego a pedir perdón, como con Monedero.

Esta vez, si lo que de verdad quería era firmar la paz con Iñigo, le bastaba con llamarle por teléfono, hablarlo entre ellos y grabar un video diciendo las mismas cosas, pero no, Pablo Manuel no, tenía que adelantarse, tenía que hacerlo con luz, taquígrafos y televisión, con musiquita de fondo hortera y melancólica, con carita de cordero a medio degollar, para darnos a todos mucha pena y darnos su clásica lección, esta vez la de que está muy mal eso de pelearse, pero es que es Íñigo el que no para. ¿Les suena aquella frase de nuestra infancia que decía: ¡Señorita quiere amonestar a Pepito que me molesta!?

Si tuviera un mínimo de vergüenza a este individuo se le hubiera caído al suelo la cara porque, una vez más, ha hecho demagogia publicitaria con sus ya ñoñeces habituales, diciendo que quienes se portan mal y hacen el ridículo son los otros, ha pedido perdón al mismo tiempo que echaba gasolina al fuego interno; él con su piel de cordero, dice una cosa y sus hechos demuestran otra, cuando destituye sin previo aviso, etc. y cuando propone unir nombres y proyectos como si los proyectos no los pudiesen llevar a cabo de manera digna otras personas sin su intervención directa.

¿Y Belén Esteban que pinta en este sarao, en esta pelea de gallos?. Nada que yo sepa. Como no sea su coincidencia con el macho alfa en lo que se refiere a su malsana, enfermiza obsesión por salir en televisión, por ocupar primeras páginas en los periódicos y titulares en las radios, por mentir con desparpajo y en culpar a los otros.
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