Naturalmente que es ventajista opinar sobre cartas a la vista. Más que eso lo que intento es escuchar y aprender de aquellos que saben de asuntos o temas sobre los que uno no tiene la menor idea. Nunca me he considerado autoridad en nada y mucho menos he presumido de conocer al fondo cualquier especialidad deportiva que me haya tocado comentar. Pero sí he tenido la oportunidad y siempre la he buscado, de hablar y preguntar a los que entienden y, en definitiva, puedo asegurar que repito lo que ellos me han enseñado.
Cuando Jorge Lorenzo tomó la decisión de abandonar Yamaha y aprovechar un sustancioso contrato con Ducati, que supera los diez millones anuales de euros, pocos fueron más allá de interpretar ese paso como el deseo de abandonar la estela de Rossi para convertirse en el número uno de la marca italiana. Lejos de eso, Dovizioso manda en su corral y el mallorquín no levanta títere con cabeza lejos de hacerse con el dominio de la máquina.
Ahora es fácil decir que se equivocó y probablemente lo hiciera, pero de no cambiar mucho las cosas, el futuro puede empeorar al presente. Sus resultados hacen sospechar que sus nuevos patronos no redoblarán su interés en renovar unos acuerdos que, de llevarse a cabo, serían muy a la baja. Las puertas de Honda y Yamaha están cerrada para el mallorquín que tal vez pudiera llamar a las de Suzuki, pero con Iannone al frente tampoco es seguro.
Al mismo tiempo que una reconocida timidez antes las cámaras, este chico hace gala de un carácter muy fuerte. Curiosamente acaba de publicar un libro de autoayuda que asegura haber escrito él mismo, pero tendrá tiempo de demostrar si el movimiento se demuestra andando o estamos ante un nuevo producto mercadotécnico. Es el momento de descubrir si, después de haber triiunfado en las duras, Jorge está preparado para las maduras. Vienen curvas.