Cualquier tiempo pasado

Dice el refrán que cualquier tiempo pasado fue mejor, lo cual no siempre es cierto aunque sí por lo que se refiere el Trofeo Conde de Godó de Tenis que conoció épocas más brillantes. Convertido en un “500”, es decir un torneo de segunda fila, se ha visto ampliamente superado por el Open de Madrid y anda muy lejos de rememorar los tiempos en los que se presentaba en Barcelona la élite mundial del deporte de la raqueta: Gimeno, Rod Laver, Roy Emerson, Santana, Orantes, Wilander, etc.

Siempre fue una cita para la alta sociedad de Barcelona, emperifollada tanto para pasear por el village del club, como por el verde de los campos de polo. Apoyado por los medios de comunicación del grupo en cuestión, primordialmente La Vanguardia y El Mundo Deportivo, sus competidores le dedicaban lo justo y, según los casos, también necesario. Pero ahora la jet de la Ciudad Condal anda metida en otros fregados, más pendiente de la crisis económica y preocupada por los vientos del independentismo. No está el horno para lucir garbo ni en las gradas de la pista central queda ya ningún negocio que cerrar.

Dentro de la temporada de tierra, el nivel medio bajo de los participantes, le viene de perlas a Rafa Nadal como entrenamiento previo a las citas más importantes de Roma y Hamburgo. Y esta es la trascendencia que hay que darle, no más. En su honor cabe añadir que al participar tiene más que perder, como su derrota del año pasado ante Fognini, que ganar, aunque sume a su brillante currículum un titulo más por menor que sea.

En fin, la organización puede estarle muy, pero que muy agradecida, aunque sobra mucho bombo al evento.