Estos días están siendo noticia las manifestaciones de protesta que se están produciendo en China contra la política de covid cero impuesta por el presidente Xi Jinping y su gobierno. En el contexto político chino, donde el partido comunista ejerce un control absoluto sobre la sociedad y la represión contra cualquier tipo de disidencia es brutal e inmediata, es muy llamativo que tantos miles de ciudadanos se estén arriesgando a participar en estos actos que implican un serio peligro de consecuencias graves en forma de multas, prisión o represalias laborales y sociales que pueden dejar secuelas permanentes en las expectativas vitales personales y familiares. Los que hemos vivido bajo la bota de un régimen dictatorial, como lo fue en nuestro caso el franquismo de infame recuerdo, sabemos bien lo que ello puede significar.
Estas protestas tan inusuales como arriesgadas expresan el hartazgo de amplias capas de la sociedad china, sobre todo las más dinámicas y avanzadas de las grandes ciudades y especialmente los más jóvenes, con la política ultraestricta de control de la expansión de la epidemia de covid 19 aplicada por el gobierno, la denominada covid cero, que implica la restricción severa de movimientos con necesidad de realizar pruebas control de la infección continuamente, cada tres días y siempre que se haya de realizar un desplazamiento del lugar habitual de residencia y el cierre inflexible de barrios o ciudades enteras cuando se detectan brotes de cierta consideración, lo que ha llevado a extremos como la incomunicación absoluta durante semanas de una ciudad como Shanghai, de veinticinco millones de habitantes y capital económica del país, lo que tuvo serias repercusiones económicas no solo en China, sino en todo el comercio mundial.
Esta política de detección, control y aislamiento estricto de las personas contagiadas por el virus tuvo un éxito indiscutible durante el primer año de la pandemia, ya que evitó en China los millones de infectados y muertos que se produjeron en el resto del mundo, pero una vez controlados los casos graves gracias a las vacunas, mantener un sistema tan riguroso de control no parece compensar los inconvenientes sociales y económicos, sobre todo en el contexto de las nuevas variantes del virus, que son mucho más transmisibles pero producen cuadros clínicos más leves, lo que, junto al hecho del bajo porcentaje de vacunación entre la población china, implica la aparición de muchos casos y brotes epidémicos, que causan nuevos confinamientos cada vez más numerosos, provocando una espiral de descontento entre los ciudadanos.
No es posible saber el motivo del mantenimiento estricto de la política de covid cero por parte del gobierno chino, cuando parece evidente que está produciendo perjuicios económicos y un gran descontento social, ya que el hermetismo habitual de Pekín es aun más acentuado en este caso. Quizás un miedo genuino a que en un país de las dimensiones y la población de China un descontrol de la pandemia pudiera degenerar en un caos generalizado, quizás una voluntad inquebrantable de controlar con mano de hierro a la sociedad y la covid proporciona una excusa idónea para ello, quizás una mezcla de ambas cosas, o vaya usted a saber, pero lo cierto es que no parece que, al menos de momento, Xi Jinping esté dispuesto a relajar o a cambiar su política respecto de la pandemia.
Sea como sea, sería bueno que esta inflexibilidad china sirviera para recordarnos que la pandemia no ha terminado, que sigue habiendo personas que requieren ingreso hospitalario, también en UCI y también que sigue habiendo muertos por la infección y que nos estamos relajando en demasía, sobre todo porque otros virus respiratorios que durante la época de aislamiento estricto desparecieron, ahora han resurgido con más virulencia, en especial el virus de la gripe y el respiratorio sincitial, con lo que el riesgo de infecciones simultáneas es elevado con el consiguiente efecto multiplicador del impacto negativo sobre la salud de las personas, en particular las personas mayores y quienes padecen problemas respiratorios, inmunológicos y enfermedades crónicas debilitantes.
Un consejo para las personas mayores y de riesgo: utilicen la mascarilla siempre que estén fuera de su hogar y en especial en ambientes cerrados y con mucha concurrencia, como mercados, centros comerciales, cines, teatros, etc. y mejor si es una fpp2. Y para todos: vacúnense de la gripe y de la covid, de acuerdo con las pautas de las autoridades sanitarias.