Históricamente, hay aficionados al fútbol de determinados equipos que siempre saben muy bien qué hacer y cómo relajarse en las horas previas a que su club dispute una nueva final.
Estoy pensando ahora, por ejemplo, en los seguidores del Real Madrid o del Barça, que casi cada año suelen disfrutar como espectadores de una final, ya sea de la Copa del Rey, de la Supercopa o de la Champions.
En cambio, la situación no es la misma para quienes somos mallorquinistas, pues en nuestro caso hacía ya veintiún años que no vivíamos un día como el de hoy, por lo que seguramente este sábado se nos irá haciendo algo tenso y largo hasta que llegue la noche y empiece a rodar el balón en La Cartuja.
Aun así, si me hubiera podido desplazar hasta Sevilla, creo que en estos momentos me sentiría quizás un poco más sereno y tranquilo, al saber que dentro de unas horas tendría la oportunidad de poder vivirlo todo en vivo y en directo.
La única ventaja de haberme quedado en Palma tal vez sea que aquí tengo mucho más a mano mis orfidales y mis tranquimazines, o, en su defecto, mis robiols y mis crespells. Unos y otros facilitarán, sin duda, que en esta histórica jornada futbolística pueda estar mucho más suelto tanto física como mentalmente.
En ese sentido, llevo ya varios días pensando que lo más importante hoy para mí es tomar las debidas precauciones para intentar evitar que un pequeño accidente casero o un hecho inesperado puedan provocar que me quede sin poder ver la final de la Copa entre el Athletic y el Mallorca.
De hecho, incluso he preparado un posible plan B, por si mi televisor fallase esta noche en el instante más inoportuno o no resultase ser tan bueno como me había asegurado el solícito dependiente de la tienda de electrodomésticos que me lo vendió.
Ante la eventualidad de cualquier posible fatalidad plasmática o catódica, tengo ya confirmado que hay varios familiares o amigos a los que podría recurrir y que me acogerían más o menos amablemente en su casa en caso de ser necesario.
Por otra parte, este sábado evitaré comer cosas que puedan estar en mal estado o que puedan provocarme algún pequeño problema digestivo posterior. Al mismo tiempo, repetiré los rituales que he seguido antes de que mi querido Mallorca empezase a jugar cada encuentro de la presente edición de la Copa.
Entre esos rituales se encontraban, esencialmente, ponerme en la cabeza la gorra de la final de Birmingham y anudarme al cuello una reluciente bandera que tengo del Mallorca como si en realidad fuera un pañuelo.
Dada la relevancia del choque de esta noche y teniendo además en cuenta que desde hace varias décadas padezco un trastorno obsesivo-compulsivo bastante severo, creo que me pondré ambas prendas desde primera hora de la mañana.
Ya por la tarde, conforme se vaya acercando la hora del partido, haré un poco de siesta y luego un poco de calentamiento, como seguro que harán también nuestros admirados y queridos futbolistas bermellones.
En mi caso, ese calentamiento consistirá en andar un poco arriba y abajo del pasillo y del comedor de casa, y en hacer un par de estiramientos, pues me temo que ya no podré hacer ninguno más. Por último, merendaré o cenaré también poco, para evitar que los nervios me puedan provocar una mala digestión.
De momento, aquí estamos ya ahora, pendientes únicamente de que empiece el partido y soñando con poder ganar la Copa del Rey.
Como ven, al final casi sólo he tenido que refrescar ligeramente en mi memoria qué cosas hacer antes de la celebración de un evento futbolístico y emocional de este nivel.
Amunt Mallorca!