La media del gasto que los países desarrollados en Europa destinan al componente sanitario es variable y está alrededor del 9 % del PIB, llegando a cifras mucho más altas en EEUU (14%). En España el porcentaje es de las más bajos de Europa (8,4%), por debajo de la media europea, solamente por delante de Finlandia, Hungría, Polonia y la República Checa y muy por debajo de lo destinado en Suiza (11,3%), Alemania (10,6%), Bélgica (10,4%), Francia (11,1%), Austria (10,1%), Dinamarca (9,5%), Holanda (9,3%), Islandia (9,2%), Suecia (9,2%), Grecia (9,1%) e Italia (8,7%).
A pesar de que el gasto es inferior, en general al del resto de países europeo, Rajoy desde México, dejó caer la bomba sanitaria de la implantación del copago a los 8.879.395 de pensionistas existentes en España veinte días antes de que el 20 de abril de 2012 se aprobara el real decreto de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (Real Decreto-ley 16/2012), a través del cual se implantó el “copago” o “repago” farmacéutico, la exclusión de la prestación para fármacos para síntomas menores o la anulación de las tarjetas sanitarias para extranjeros indocumentados, entre otras medidas, siendo Ana Mato Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que tuvo que dimitir al ser imputada como partícipe a título lucrativo de los delitos supuestamente cometidos por su marido en la trama Gürtel.
Como consecuencia de este RDL, con efectos de 1 de septiembre de 2012, la Resolución del MSSSI de 2 de agosto anterior excluyó de la financiación pública más de 400 medicamentos, que compartían principio activo y dosis o que estaban indicados en el tratamiento de síntomas menores.
Desde el punto de vista económico y desde un principio está siendo un fracaso y desde el punto de vista político el ridículo más absoluto (aunque a un gobierno autista y hedonista que tenemos, esto le importa un rábano). Se implantaron copagos por todo, por los medicamentos, por las prótesis, por las dietas especiales, por los fármacos hospitalarios y por el transporte en ambulancia, y a consecuencia de un contundente y demoledor informe del Consejo de Estado en el que dijo que el copago generaba muchos más problemas y desigualdades del posible beneficio económico o ahorro que pudiera generar, y comprobado que lo que se estaba recaudando era menos de lo que estaba costando cobrarlos; que la mayoría de las Comunidades Autónomas también denunciaran que implantar determinados copagos salía más caro que lo que se pudiera cobrar, el Ministerio de Sanidad renunció a tres copagos: el transporte no urgente en ambulancia, las prótesis y los medicamentos dieto-terapéuticos.
Es un fracaso absoluto además de una medida política injusta que castiga, como siempre, a los más débiles. El copago de medicamentos es un gran fracaso político, que tiene escaso efecto en la reducción del déficit sanitario, que es para lo que se impuso, además de repercutir negativamente en las clases socialmente más bajas y pensionistas, que produce retrasos criminales en el diagnóstico de algunas enfermedades por el abandono de consultas preventivas, el empeoramiento de las patologías crónicas cuyo control periódico se distancia, el abandono del uso de medicamentos, etc.
En definitiva, un deterioro general de la salud de los sectores de población con menos recursos y de todas las personas pensionistas, y unas consecuencias absolutamente “previsibles”, como la no retirada de los medicamentos de las farmacias por algunas personas, concretamente por el 14,7% de la población, que argumenta problemas económicos para no hacerlo, o comen o se medican, con el sueldo o la pensión de hambre que cobran.
Muchos de los partidos que en aquel año estaban en la oposición, aprovecharon para darle con contundencia al Partido popular, cuando ahora, estos mismos partidos gobernando, hacen oídos sordos a las peticiones reiteradas de los pensionistas para que se elimine.