La exhumación de los restos humanos enterrados en una fosa común del cementerio de Porreres que comenzó el pasado miércoles y ya ha permitido localizar hasta 15 cadáveres diferentes, va camino de convertirse en un espectáculo público y pronto, al paso que vamos, habrá que poner gradas para el público. Lo que en principio había de ser un acto de justicia, reparación y dignificación de las víctimas de la represión ejercida por el bando nacional al comenzar la Guerra Civil, en el año 1936, está degenerando en un continuo ir y venir de público, conexiones en directo por parte de programas de televisión y lo que es peor, una incesante procesión de políticos que buscan sacar rédito político de su visita al camposanto de Porreres. A muchos parece habérseles olvidado que se trata de restos humanos y que están en un cementerio, por lo que habrían de comportarse con algo más de dignidad, básicamente por todos los que allí descansan.
Ley para la recuperación de desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista en Balears, más conocida como ley de fosas, que fue aprobada este pasado mes de junio por unanimidad de todos los grupos políticos de la Cámara, ampara y da cobertura legal a las tareas que se llevan a cabo en Porreres y que es obvio que llega muchas décadas tarde. La recuperación e identificación de los restos es una demanda largamente esperada por Memòria de Mallorca, que se basa en principios de justicia y humanidad. Es por ello que resulta muy desagradable y de todo punto rechazable la exhibición impúdica de los restos humanos en el interior de la fosa y sobre todo, el ir y venir de curiosos fotografiándose en el lugar e incluso las convocatorias de prensa anunciando la visita de líderes políticos en un cementerio. Los trabajos deben continuar con discreción y con el respeto debido a todos los muertos, sin hacer de ellos un espectáculo público y mucho menos un photocall nada improvisado para la clase política. No es el lugar adecuado para ello.