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Confusión y vergüenza

lunes 20 de abril de 2015, 19:43h

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Las muertes masivas de inmigrantes al cruzar el Mediterráneo en condiciones infames, que este año están alcanzando dimensiones de tragedia bíblica, están poniendo de manifiesto el fracaso de la Unión Europea en la articulación de una política común de inmigración, fronteras y seguridad, así como también graves carencias en materia de acción humanitaria y de derechos humanos y una inquietante incapacidad de reacción ante situaciones de emergencia que, por otra parte, no son inesperadas, sino, más bien al contrario, eran previsibles ante la situación sobrevenida en Siria e Irak por sus respectivas guerras civiles, en Libia por la descomposición total del estado y en el África subsahariana oriental, por la inestabilidad, pobreza y violencia sobre las poblaciones civiles en Somalia, Etiopía, Eritrea, Sudán y Sudán del Sur.

La presión que la marea migratoria está ejerciendo sobre el arco mediterráneo de la UE, especialmente sobre Italia y Malta en la zona central y sobre España en la occidental no va a disminuir en el futuro próximo, sino que, con toda probabilidad, va a aumentar. La insolidaridad manifiesta de muchos estados europeos ante este fenómeno es profundamente decepcionante. La falta de capacidad de articular una política común al respecto es, además, muy preocupante, pero, teniendo en cuenta los antecedentes de falta de voluntad de establecer una política exterior común, no sorprende en absoluto.

De hecho, la ausencia de una auténtica política exterior y de seguridad común está en el origen de esta situación. Los estados miembros de la UE nunca, con honrosas excepciones, han tenido una auténtica predisposición a establecer una política exterior europea ni, por tanto, a crear un servicio exterior y una diplomacia conjunta. En esta época en que la crisis económica ha inducido una intensa regresión nacionalista y movimientos sociales y políticos  proclives al abandono de la UE en algunos estados miembros, sobre todo en el Reino Unido y en los países escandinavos, los gobiernos están demostrando una notoria y desgraciada falta de capacidad de decisión para implementar un plan de acción contra la muerte en el Mare Nostrum.

La carencia de política exterior común ha impedido a la UE ser un actor decisivo en dos zonas de importancia estratégica capital para Europa como son Oriente Próximo y el norte de África. La UE no ha tenido ninguna actuación en los acontecimientos de Irak, ni en Libia, ni en Siria. La situación de toda la región se ha deteriorado delante de nuestras narices sin que haya habido ninguna acción conjunta europea. Algunos países siguieron a EE.UU. en la desastrosa aventura bélica de Irak, que ha sido uno de los detonantes de la situación actual. La práctica partición del territorio iraquí en tres zonas y el nefasto gobierno chií favorecido por Estados Unidos permitió al Estado Islámico implantarse y ocupar una inmensa parte del país.  En Libia se intervino demasiado tarde, y fue la OTAN no la UE, y después se ha dejado el país sumido en un caos en el que no menos de cuatro facciones están combatiendo todos contra todos, lo que ha allanado el camino al EI para establecerse y controlar una parte del noreste. En Siria no se ayudó en su momento a la oposición laica y democrática y se ha llegado al caos actual, con una gran parte del territorio ocupado por el EI, una guerra civil a cuatro bandas, por lo menos, y una catástrofe humanitaria de desplazados y refugiados que ha desestabilizado al Líbano, ha puesto en peligro a Jordania y es una de las causas de la oleada inmigratoria hacia Italia.

Si la UE no es capaz de reaccionar con rapidez y poner en marcha un plan decidido para evitar, en primer lugar, las muertes masivas en el mar y, en segundo lugar, para iniciar una ofensiva diplomática de máximo abasto en todos los foros internacionales para buscar soluciones a las situaciones de origen en las áreas afectadas, estará demostrando su incapacidad e impotencia, seguirá siendo considerada como un actor poco relevante en la escena política internacional, y conseguirá que cada vez más ciudadanos europeos nos sintamos decepcionados y nos cuestionemos si esta unión sigue haciendo honor a los anhelos y objetivos que se marcaron los visionarios fundadores de la idea de una Europa unida en la cooperación y la solidaridad.

A finales de los años 60 del siglo pasado, el poeta inglés Peter Sinfield, a la sazón letrista del grupo musical King Crimson, escribió en la canción Epitafio unos versos premonitorios:

El muro en el que escribieron los profetas

Está reventando por las costuras

Sobre los instrumentos de muerte

El sol brilla esplendoroso

Cuando los hombres son descuartizados

Con pesadillas  y con sueños

Nadie llevará la corona de laurel

Mientras el silencio ahoga los gritos

Confusión será mi epitafio

La UE está reventando por sus costuras éticas y el sol mediterráneo brilla espléndido sobre los barcos desvencijados, auténticos instrumentos de muerte de las mafias libias traficantes de personas y los inmigrantes mueren persiguiendo un sueño de justicia y solidaridad europeas, que se convierte en una pesadilla. Y mientras el silencio ahoga los gritos de los moribundos y los supervivientes, nadie en la UE podrá colocarse la corona de laurel, ya no somos los campeones de los derechos humanos. Confusión, y vergüenza, será el epitafio de la Unión Europea.
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