La historia comienza en agosto del 2016 cuando la mujer descubre en una finca cerrada de Algaida a un perro bretón caquéctico -grado extremo de desnutrición- con heridas sangrantes, deshidratado, con pulgas y garrapatas y sin apenas capacidad de movimiento. Tenía espigas por todo el cuerpo, incluso en los ojos.
La mujer pudo mirar hacia otro lado pero no lo hizo. Llamó a la policía local pero no obtuvo solución. Optó por la Guardia Civil y en el puesto de Llucmajor, un agente le dijo que ante la falta de patrulla y la urgencia del caso, cogiese ella misma al animal. Ya con él, formuló la correspondiente denuncia y se ofreció a ser casa de acogida con custodia judicial a su salida del hospital.
Tras el juicio, celebrado este lunes en Palma, el hombre ha aceptado una condena de seis meses y un día por un delito de maltrato grave a animales domésticos -el Código Penal prevé una pena máxima de un año por no haber muerto el animal ya que, de haber fallecido, la pena sería algo más grave- a cambio, eso sí, de asaumir todos los gastos de tratamiento veterinario del perro -cerca de mil euros- y ceder a todos los efectos legales, la propiedad del perro a favor de la rescatadora. "Algo absolutamente fundamental para nosotros, ya que un animal maltratado no puede seguir ni volver a manos de su maltratador", explica a mallorcadiario.com Molina.
Asimismo, la jueza le ha impuesto la prohibición de ejercer cualquier profesión relacionada con la tenencia o comercio de animales durante tres años.
Desde ABADA recuerdan la necesidad de denunciar e implicarse en estos casos "y no limitarse a hacer una fotografía y subirla a redes sociales". Comprometarse como hizo Antonia para que pueda haber muchos otros Sky.