¿Con qué nos quedamos?

La lectura de un partido como el de ayer suele dejar al esforzado hincha metido en un lío. O bien aplaudimos el punto porque se jugó una hora en inferioridad, o lamentamos que el Mallorca perdiera una gran oportunidad de presentarse definitivamente ante la liga. Es lógico pensar que el equipo de Oltra, corajudo como pocos días habíamos visto, se ganara el que la afición le pasara la mano por el lomo; pero también que es difícil el elogio cuando la clasificación te escupe que sigues fuera del play off. La pueril expulsión de Thomas acabó con cualquier plan de pasar una tarde divertida en Son Moix. Y ya van unas cuantas. Cierto es que el Mallorca coqueteó con la victoria, pero también que le faltó algo de fe. Incluso con 10 debió ser más atrevido, por más que una derrota hubiera simplificado que la grada se volviera a girar hacia el palco.  Así que ahora, como otras tantas jornadas, el Mallorca vuelve a quedar en un páramo, a la espera de que un buen resultado lejos de la Isla acabe con su indefinición.