Escrache es el nombre dado en Argentina, la palabra nació en su uso político en 1995 en Argentina, Uruguay, Paraguay y España, a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio o al lugar de trabajo o reunión de alguien a quien se quiere denunciar. Se trata de una palabra en jerga para referirse a un método de protesta basado en la acción directa, que tiene como fin que las acciones sean conocidas por la opinión pública.
Es en este contexto que voy a hablar de dos escraches realizados los últimos días, en dos países separados por 7300 kilómetro de océano, como son Venezuela y España.
El pasado miércoles día 19, el expresidente del Gobierno Felipe González y el presidente ejecutivo de PRISA, Juan Luis Cebrián sufrieron un escrache en la Universidad Autónoma de Madrid, cuando unos enmascarados radicales, entre unos doscientos manifestantes violentos le impidieron dar una conferencia. Los altercados en la Universidad Autónoma de Madrid provocaron la cancelación de la conferencia que iban a dar dentro del foro “Jornadas sociedad civil y cambio global”, en el salón de actos Tomás y Valiente.
En este caso, de nuevo se hace realidad el viejo adagio que dice: “La culpa no tiene padre ni tiene madre, ni perro que le ladre”.
Dirigentes de Podemos encabezados por Pablo Manuel Iglesias habían multiplicado días antes del de la conferencia los ataques a los conferenciantes como autores de presiones para entregar el Gobierno a Mariano Rajoy, aunque al parecer la panda de cobardes y violentos pensaron la acción por si mismos sin que se pueda vincular a Podemos con la protesta, lo que no es óbice para que haya calado en todos los ambientes políticos y periodísticos que es una más de las mentiras a las que nos está acostumbrado el tal Pablo Manuel Iglesias, principalmente por sus antecedentes.
Así es que la portavoz de UPyD, Rosa Díez, en octubre de 2010 acudió a la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense para dar una conferencia pero, al llegar, se encontró con decenas de estudiantes intolerantes y violentos que le boicotearon, hubo gritos, pataleos, abucheos, tarjetas rojas y la lectura de un manifiesto en el que la calificaron de “victimista”, “de buscar fingir mareos ante los pilotos rojos de la televisión” u “oportunista”. El broche final fue decirle que “no es bienvenida y nos gustaría que no viniese nunca más”, así como gritos de “fuera fascistas de la universidad”.
Al frente de esta rebelión estudiantil y dando órdenes, tal y como puede verse en el vídeo grabado de la acción, se encontraba un profesor de la Facultad, cuyo nombre es ahora de sobra conocido: Pablo Manuel Iglesias, en plena campaña propagandística, el actual secretario general de Podemos dio la orden de comenzar el acoso al acercarse a la primera chica que se levanta y a la que el resto sigue, como, repito se ve claramente en el video al que me refiero. Incluso no dudó en hacer gestos para indicar a los alumnos cómo situarse. Otra de las personas que participó en el escrache, blandiendo una cartulina roja, es el director de campaña de Podemos, Iñigo Errejón. Al final, el líder de Podemos se situó incluso en primera fila. Cualquier interesado en comprobar el escrache ver el video en internet.
A pesar de la clara evidencia, de las imágenes dando órdenes, Pablo Manuel Iglesias en una demostración más de su mala fe, de su cara dura y pese a las evidencias gráficas negó su participación en el escrache, Dijo que “es radicalmente falso que ninguna persona de Podemos participase en un escrache”, “No se produjo ningún escrache, se produjo un acto público de la representante de un partido, en la que algunos profesores acudimos para ver qué decía la representante de ese partido. En ese acto, algunos estudiantes mostraron una tarjeta roja e invitaron, con un micrófono, a tener un debate con esa persona”. Le dio lo mismo que le encontraran con las manos en la masa en el acoso y derribo de la conferenciante, utilizó con gran maestría la lección de su profesor Joseph Goebbels que aconsejaba:“Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”.
En Venezuela, grupos chavistas asaltaron el pasado domingo día 23 de forma violenta el Parlamento venezolano pocos minutos después de que los diputados opositores, mayoría, anunciaran el inicio de juicio político contra Nicolás Maduro por “romper el hilo constitucional y la existencia de un golpe de estado”. Varias decenas de radicales violentos irrumpieron en medio del debate al grito de “¡Uh, ah, Chávez no se va!” y obligaron a suspender el pleno más esperado de la legislatura.
El asalto violento, se realizó ante la tradicional connivencia de la Guardia Nacional, encargada de la custodiar el edificio y sólo la aparición del alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, consiguió convencer a sus seguidores de que volvieran a sus habituales “trincheras”, a pocos metros del Palacio Legislativo. La oposición ha acusado al propio Rodríguez, encargado por Maduro de evitar el revocatorio, de pagar a colectivos revolucionarios para que mantengan el hostigamiento constante contra diputados y periodistas desde la toma de posesión de la nueva Cámara en enero pasado.
Como dice el viejo adagio: “El que al andar culea y al mirar la vista mece yo no digo que lo sea, pero sí que lo parece”.
Son igual de violentos, mienten con igual desfachatez, utilizan los mismos medios fascistas, serán o no partidos hermanos pero, que ambos usan el mismo sistema bolivariano de acción política es innegable.