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Cómo ayudar al cambio que se necesita

jueves 23 de enero de 2020, 05:00h

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En mi despacho de Coaching a diario recibo a empresarios con los que trabajamos sus planificaciones estratégicas, sus objetivos anuales y los conflictos que viven día a día en sus negocios.

Ellos para mí son un termómetro de la economía actual, de lo que se vive en la pequeña y mediana empresa en Baleares.

También tengo el honor de dirigir a un grupo de 30 empresarios en una organización llamada BNI Fundadores, con los que me reúno cada semana para hacer crecer sus organizaciones.

Todo ello me da una perspectiva de cómo se mueve nuestro tejido empresarial actualmente, y he de admitir que no es nada halagüeño.

La mayoría de ellos viven la situación actual con miedo e incertidumbre, ya que la crisis comienza a ser un invitado en sus empresas, o a rondar sus negocios de alguna manera.

Tengo unos cuantos asesores fiscales y laborales, bufetes de abogados, notarios y personas de diversos sectores muy relacionados con la construcción y el turismo y ellos son nuestro referente para poder ver más allá de lo que nos cuentan en los medios de comunicación.

Todos comparten la idea de que se necesita un cambio más allá del tema económico, podríamos hablar de un cambio de valores y de forma de estar en el mundo para adaptarnos al nuevo paradigma con el que nos hemos encontrado en estos últimos tiempos.

Pero parece que ese cambio no termina de llegar y que están perdidos en cómo llevarlo hacia adelante.

Están hartos de las mentiras de nuestros dirigentes, independientemente del partido al que pertenezcan, de la falta de ética en el mundo empresarial y de los mensajes de gurús que no terminan de decir nada que les aliente.

Ese cambio, se prevé cercano, no obstante es un cambio más desde el interior de los seres humanos, un cambio más holístico que superficial, más desde algo que no se sabe, pero se intuye, que de una idea concreta.

Huelen la disconformidad, la falta de ética profesional la sienten y la padecen a diario, y en muchas ocasiones ellos mismos se ven arrastrados a hacer uso de ella, llevados por las circunstancias que les rodean.

Ya no tiene nada que ver con ser buenas o malas personas, trabajadores o empresarios, ricos o mendigos; tiene que ver con algo que se les escapa de las manos y que no saben cómo llamarlo.

Yo estoy convencida de que, para que se produzca dicho cambio, vamos a tener que indagar en nuestras almas, más que en nuestras cabezas, y preguntarnos: "¿Realmente estoy viviendo la vida que quiero vivir?". "¿Qué puedo hacer para dejar un mundo mejor a mis hijos?". "¿Qué voy a aportar a la sociedad?".

Si no somos capaces de contestarnos a estas preguntas y seguimos quejándonos de nuestros líderes, pero no hacemos nada desde nuestras pequeñas comunidades, en nuestras familias, o en nuestras empresas, ese cambio que intuimos no llegará. La pregunta es: "¿Cómo hacerlo, por dónde empezamos para cambiar tantas cosas que están mal en nuestra sociedad?".

La revolución ha de venir desde ese foro interno, por lo que dejemos de mirar para afuera y comencemos a mirar realmente en nuestro interior para ver qué podemos aportar cada uno de nosotros a este decadente sistema antes de que sea demasiado tarde.

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