La tercera jornada de la sesión de investidura ha concluido este jueves en el Parlament con la proclamación de la popular Marga Prohens como nueva presidenta del Govern. A partir de ahora, se inicia un nuevo ciclo en la política autonómica balear, tras las dos legislaturas consecutivas en que gobernó el Pacte bajo la presidencia de la socialista Francina Armengol.
Esta semana pasará a la historia de Baleares por dos razones. La primera, no haría falta decirlo, por la elección de Marga Prohens como nueva presidenta de la Comunidad. Y la segunda, por el protagonismo que, de manera inesperada, han adquirido los colores y algunos símbolos ligados en parte a ellos tanto dentro como fuera del hemiciclo.
En cierto modo, los colores han sido, directa o indirectamente, los segundos grandes protagonistas de las sesiones de estos días en el Parlament. Lo fueron el lunes, cuando la entonces aún presidenta en funciones, Mae de la Concha, lució un abanico LGTBI y una senalla mallorquina color crema; o cuando un estimado compañero periodista combinó camisa, pantalones y corbata para intentar evocar la bandera republicana.
Los colores protagonizaron también el pleno del martes, cuando la diputada de Unidas Podemos, Cristina Gómez, desplegó sobre el atril del hemiciclo una bandera arcoiris para reinvidicar la diversidad; o cuando la portavoz de Vox, Idoia Ribas, afirmó que la Guerra Civil no fue un enfrentamiento "entre rojos y azules", sino "entre hermanos".
Dos días después, ha sido el negro el color que más se ha visto hoy, pero no dentro de la Cámara autonómica, sino fuera, en el Parc de ses Estacions de Palma, merced al "aquelarre feminista" que ha organizado el Moviment Feminista de Mallorca y que ha sido llevado a cabo por "brujas" que portaban las preceptivas capuchas puntiagudas, capas a juego y escobas voladoras.
Por su parte, las redes sociales nos han estado alertando y advirtiendo estos últimos días acerca de la —al parecer— inminente vuelta a las Islas de los yugos, las flechas e incluso alguna posible esvástica, del mismo modo que hace ocho años nos alertaron de la supuesta llegada de los planes quinquenales, las colectivizaciones agrarias o los gulags siberianos, aunque no necesariamente por ese orden.
Si a ello le sumamos la ya citada protesta en Ses Estacions, otra que han organizado una treintena de entidades contra el acuerdo de investidura entre el PP y Vox o que acaba de empezar una nueva campaña electoral que se prevé muy tensa, creo que coincidirán conmigo en que la temperatura político-ambiental está ahora mismo algo por encima de nuestra media habitual, que, por otra parte, ya suele ser de por sí muy elevada.
Ante esta tesitura, antes de ir esta tarde al Parlament he sopesado muy bien el color de la camisa que debía de ponerme, para intentar contribuir, en la medida de mis posibilidades, a rebajar simbólicamente la tensión. En principio, se me abrían varias opciones, ya que en casa tengo una camisa roja, otra azul, otra verde, otra fucsia, otra beige, otra lila y otra blanca. En cuanto a los pantalones, no había tanto donde escoger, pues todos los que tengo son de color gris.
Al final, he optado por acudir al pleno de hoy con la camisa fucsia, pues había leído en alguna parte que es un color que no sólo se relaciona con la espiritualidad y la bondad, sino que también matiza los efectos del odio y se vincula con el amor puro. Viendo cómo ha transcurrido finalmente la sesión de esta tarde, creo que esa elección ha sido sin duda la acertada.
Al inicio del pleno y justo antes de la votación, ha intervenido Marga Prohens, para repasar brevemente las líneas maestras de su programa y para asegurar que como presidenta hará "unas políticas que tendrán como guía la libertad". Tras agradecer a Vox que haya posibilitado su investidura, Prohens ha tenido por último palabras de reconocimiento y de gratitud para Francina Armengol y para los consellers que han formado parte de sus dos gobiernos. Ambas menciones han sido correspondidas con sendos aplausos unánimes desde la bancada popular.
Entre dichos consellers cabría citar a Fina Santiago y Martí March, que hoy han acudido a la Cámara por última vez, pues con independencia de lo que depare el futuro político de Baleares dentro de cuatro u ocho años, ni Santiago ni March volverán a ser ya de nuevo consellers en próximas legislaturas. Por ello, quisiera mostrarles ahora, desde esta columna, mi admiración, mi respeto y mi agradecimiento, pues a mi juicio han sido dos de los mejores y más honestos políticos que ha dado esta tierra en estas últimas décadas.
Tras Prohens, ha intervenido Armengol, quien ha recalcado que el PSOE hará una oposición leal al próximo Ejecutivo y que buscará puntos de encuentro cuando sea posible. En el mismo sentido se han expresado el portavoz de Més per Mallorca, Lluís Apesteguia, y el de Més per Menorca, Josep Castells. En el caso de Apesteguia, ha dado además las gracias de manera muy sentida a Armengol por su labor al frente del Govern, y ha recordado elogiosamente la labor de los consellers de Més a lo largo de los últimos ocho años.
El último portavoz en intervenir ha sido Sebastià Sagreras, del PP, que ha continuado con ese mismo tono sereno y constructivo. Instantes después, se ha procedido a la preceptiva votación de investidura, con 26 votos a favor, 25 en contra y ocho abstenciones para la hasta entonces candidata, quien, por cierto, se ha decantado a lo largo de toda la semana por los acogedores y amigables colores pastel.
Una vez conocido el resultado, Prohens ha sido proclamada nueva presidenta autonómica por el presidente del Parlament, Gabriel Le Senne. Faltaban unos pocos minutos para las siete de la tarde. La primera persona que se ha acercado para felicitarla ha sido Armengol, fundiéndose ambas en un abrazo. A continuación, han hecho lo propio el resto de portavoces. En la bancada popular, mientras tanto, se sucedían los abrazos, las sonrisas y las lágrimas, con Prohens profundamente emocionada.
Poco después, ya fuera del Parlament y de regreso a casa, he empezado a tatarear mentalmente una de mis canciones favoritas, Color Esperanza, porque he salido de la sesión de investidura con muy buen sabor de boca, aunque ya saben ustedes que yo suelo ser más de boleros o de rancheras.
"Saber que se puede, querer que se pueda./ Quitarse los miedos, sacarlos afuera./ Pintarse la cara color esperanza./ Tentar al futuro con el corazón". Mientras tatareaba el estribillo, pensaba no sólo en Prohens, a quien deseo de corazón todo lo mejor en esta nueva singladura, sino también en todos los políticos de buena voluntad del futuro gobierno, del partido que la apoyará externamente y de las formaciones de la oposición.