Claassen hace el ridículo con su limosna
jueves 15 de mayo de 2014, 16:44h
Utz Claassen, el controvertido accionista teutón del Real Mallorca, ha protagonizado otro de sus ridículos al ofrecer cien mil euros a la plantilla si salvan la categoría. Los futbolistas bermellones han respondido con dignidad, anunciando que aceptarán la prima para repartirla entre el personal laboral del club, los más modestos, los que menos dinero ganan y los que más sufrirán si se produce el descenso.
Tarde llega Claassen para ofrecer su limosna, más destinada a lavarse él la cara que a intentar inyectar moral a los jugadores. La categoría y el prestigio no se defienden con sobres de último minuto, sino con una planificación adecuada lo largo de la temporada, con solidez institucional y con visión de presente y de futuro. Así se alimenta una afición, así se otorga orgullo y autoestima a una plantilla y así se consigue una comunión de todos los sectores implicados, no con cataplasmas cuando la herida es muy profunda y la moral anda por los suelos.
Lo único positivo del esperpéntico gesto de Claassen es que ha provocado tal enfado y en el fondo tal desprecio en lo más profundo del alma de los jugadores para que tal vez les sirva para enardecer su espíritu y poder reaccionar ante la adversidad. A veces un directivo nefasto puede incluso llegar a ser una bendición en un momento crítico como el actual. No pocos profesionales se han sentido tan moralmente por encima de él que tal vez haya conseguido que hinchen pecho y saquen el carro adelante.
Con todo, cabe aconsejarle a Claassen que deje de provocar carcajadas con sus ridiculeces, El Real Mallorca es una institución demasiado seria y demasiado enraizada en la sociedad isleña y en su memoria colectiva para que se la trate como a un club tercermundista. Seriedad es lo que le falta a Claassen y a los que le ríen sus gracias limosneras.