Ahora que se acaba de publicar un nuevo libro histórico del Mallorca, no está de más recordar las cifras que se manejaron en el Lluis Sitjar en citas menos importantes que este play off de cara al ascenso a Segunda A que se empieza a dispiutar este fin de semana.
La visita del Poblense al Lluis Sitjar en tercera división agotó el aforo que, cien arriba o abajo, era de 20.000 espectadores. Parece que ahora Maheta Molango se siente satisfecho con una previsión de 12.000 o algo más en Son Moix ante la visita del Mirandés, en lugar de darse cuenta del desarraigo que demuestra la comparación de ambas cifras. Y huelga citar otros números registrados en tiempos pretéritos para no mezclar términos y categorías, como los 18.000 abonados inscritos en la era Contestí; si bien es verdad que tras subir a Primera, no a Segunda B.
La afición ha decaído a base de disgustos y no pocos engaños, más allá de que el multiusos del Cami dels Reis no ha encontrado la acogida que tenía Es Forti, hoy engullido y en el mismo centro de Palma. Siempre creí que de haber invertido el dinero en su mejora en lugar de cambiar propiedad por alquiler en busca de una especulación imposible que ni aun hoy se ha conseguido ni lleva camino, las raíces mallorquinistas se habrían conservado en mejor estado.
Puede que aquellos guarismos no fueran del todo reales. O quizás si. No soy de los que afirman rotundamente que cualquier época pasada fue mejor, pues de aceptarlo nunca evolucionaríamos, pero si que es preciso entender que separar las tradiciones y herencias positivas de los vicios y malas costumbres, es síntoma de inteligencia. Sacar pecho por nada es tontería.