“Cosme Damián Churruca y Elorza (Motrico, Guipúzcoa, 27 de septiembre de 1761 - Trafalgar, Cádiz, 21 de octubre de 1805) fue un científico, marino y militar español, brigadier de la Real Armada y alcalde de Motrico. Se distinguió en la batalla de Trafalgar al mando del navío de línea San Juan Nepomuceno, a bordo del cual encontró la muerte. (…)
Al mando del San Juan Nepomuceno, sólo frente a seis buques ingleses, Churruca dio muestras de precisión en el tiro, arrojo y eficacia, pese a lo cual, tras ser alcanzado por una bala de cañón que le voló la pierna, falleció ante la admiración de sus enemigos que tuvieron el barco en Gibraltar expuesto a los visitantes, con el nombre de Churruca en letras de oro escrito sobre su camarote.” (Wikipedia).
La batalla fue inmortalizada por Galdós en sus Episodios Nacionales. Cuenta la leyenda que cuando la bala de cañón le arrancó la pierna, Churruca pidió un barril de harina para evitar desangrarse y seguir combatiendo.
¿Qué por qué le recuerdo todo esto, sufrido lector? Porque resulta que el Almirante Churruca, por quien siento especial aprecio debido a que me he criado en la palmesana plaza que lleva su nombre, ese almirante, muerto en 1805, ¡era franquista!
Así se deduce de que haya sido incluido en la lista de 92 “vestigios del franquismo” elaborada por un comité de supuestos expertos en aplicación de la Ley balear de “Memoria Democrática”. Ya Ada Colau nos informó de que también el Almirante Cervera, héroe de 1898, era un facha. Está el mundo lleno de prefranquistas, protofranquistas, o como quieran llamarles. Tal vez inspiraron a Franco. O tal vez cualquier héroe español, cualquier aspecto positivo de la historia de España, debe ser silenciado. Hispanofobia, podríamos llamar a este curioso fenómeno.
Todo lo contrario de la brillante conferencia de Mª Elvira Roca Barea en la Real Academia Mallorquina de Estudios Históricos, Genealógicos y Heráldicos que tuve el placer de escuchar el jueves pasado, organizada en colaboración con Societat Civil Balear. Elvira Roca no sólo es autora del ensayo “Imperiofobia y Leyenda Negra”, tremendo éxito editorial que va ya por la 25ª edición, sino que además posee el don de la palabra.
Su tesis es que debido a que la hegemonía española se extendió durante siglos, sus enemigos generaron una propaganda adversa que posteriormente fue aceptada por los gobernantes españoles, por sus propios intereses. Por ejemplo, al llegar los Borbones tras la Guerra de Sucesión, se corrió un tupido velo sobre la historia de los Austrias, de modo que predominó la historiografía francesa. Del mismo modo, ante el final del imperio en 1898, interesó a las élites españolas usar a sus antecesores de chivo expiatorio.
Sólo así se explica, dice Roca, que los españoles ignoremos cosas como que nuestra moneda, el real de a ocho, fue de curso legal en China y Estados Unidos hasta el siglo XIX; o que España venció en la guerra contra Inglaterra de la que la Armada Invencible no fue más que un episodio; o que Hispanoamérica era en general mucho más rica al independizarse que América del Norte, por lo que el actual estado de cosas es más responsabilidad de sus propias élites que de España; o que los indios americanos fueron objeto de un genocidio en Norteamérica, y no en el imperio.
Resumiendo, Roca Barea propone una perspectiva radicalmente nueva desde la que comprender la historia de España y de las naciones hermanas, hijas todas de la monarquía hispánica. Una perspectiva repleta de sentido común que se nos ha hurtado y que es más necesaria que nunca en este momento. Recomiendo encarecidamente que vean la grabación de la conferencia (disponible en el muro de Facebook de Societat Civil Balear) y que aprovechen la canícula para leer Imperiofobia, si no lo han hecho aún.