Se denomina charlatanería médica a la promoción y provisión de actividades, prácticas y servicios sanitarios, médicos y terapéuticos que son falsos, inadecuados o irregulares, que no se basan en la experiencia científica contrastada y contrastable y que no proporcionan, en el mejor de los casos, ningún efecto positivo, más allá de un posible efecto placebo, y, en el peor, resultan perjudiciales, ya sea por acción directa o por apartar al paciente de tratamientos realmente efectivos, o por ambas causas.
Esta definición es aplicable en todos los casos, con independencia de que los charlatanes estén realmente convencidos de las bondades de sus métodos o productos supuestamente terapéuticos. Si además son conocedores de la inutilidad de su “mercancía”, nos encontraríamos ante un auténtico fraude.
La charlatanería médica ha estado siempre presente en nuestra sociedad, pero en los últimos decenios, con la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y. sobre todo, de internet, se ha producido una auténtica explosión en la oferta de tratamientos falsos, inútiles, ineficaces, nocivos, perniciosos y malsanos.
La charlatanería y el fraude médicos, o sanitarios, no han recibido, ni están recibiendo, la atención adecuada por parte de los gobiernos, los profesionales sanitarios y los medios de comunicación. Se trata de uno de los mayores peligros para la salud individual y colectiva de nuestra sociedad y, sin embargo, no existe prácticamente ninguna iniciativa de las autoridades sanitarias para combatirlos con efectividad, especialmente en el ámbito de la educación de los ciudadanos y en los medios de comunicación. Tampoco por parte de los profesionales ni de sus órganos colectivos, los colegios profesionales. Y los medios de comunicación sirven muchas veces, aunque sea de modo inconsciente, de amplificador de estas prácticas dañinas.
Algunas de las denominadas medicinas no convencionales no son charlatanería médica “per se”. Ejercidas dentro de los límites de su competencia y de sus aplicaciones reconocidas tienen sus indicaciones, los peligros para la salud empiezan cuando se transgreden esos límites y se pretende su empleo para usos terapéuticos que superan sus posibilidades y que, por tanto, serán inútiles o incluso lesivos.
En el mundo anglosajón, mucho más preocupado por estos temas y en el que se utiliza internet mucho más y desde hace mucho más tiempo que entre nosotros, sí existen iniciativas de defensa de los ciudadanos contra la charlatanería. La más conocida y seguramente la mejor es Quackwatch, una página web dedicada a exponer ante la opinión pública la charlatanería y el fraude médicos y a suministrar información sobre todo tipo de métodos, productos, fármacos, personas, empresas y organizaciones dedicadas al engaño sanitario. La página está ubicada en Estados Unidos, pero representa un esfuerzo internacional contra estas prácticas nefastas. Quack es charlatán en inglés y medical quackery charlatanería médica.
En Quackwatch se puede encontrar información extensa y precisa sobre métodos para detectar la superchería, estrategias que utilizan los embaucadores, el daño que pueden hacer, especialmente en personas y colectivos vulnerables, el negocio que mueven, distinguir ciencia de pseudociencia, las causas que llevan a profesionales médicos y sanitarios a dedicarse a estas prácticas falsarias, que no siempre son económicas, casos de víctimas concretas y, en definitiva, un enorme acúmulo de datos que pone en evidencia la extensión y gravedad del problema. Además, hay subpáginas dedicadas al engaño en ámbitos concretos como la acupuntura, la alergia, el autismo, el cáncer, la quiropráctica, la odontología, la dietética, la fibromialgia, la homeopatía, la salud mental, la naturopatía y otras.
Sería muy importante que hubiera en España una iniciativa similar, que diera información adaptada a nuestro entorno, en nuestras lenguas y, sobre todo, con referencias concretas a nuestros propios farsantes.
Mientras tanto, todos los interesados que tengan un dominio aceptable del inglés pueden consultar www.quackwatch.com. También los medios de comunicación pueden utilizar este recurso para contrastar informaciones de métodos sospechosos o sobre los que puedan tener dudas razonables.