La noche ha sido larga para el mallorquinismo. Y es que para un club humilde, sobre todo si es un recién ascendido, la permanencia se celebra como si fuera un título. Así, tras el pitido final en Pamplona, cientos de seguidores barralets acudieron a su santuario de Sa Font de ses Tortugues para festejar una salvación que tras el 2-6 del Granada parecía una quimera.
Dicen que bien está lo que bien acaba. Una máxima que, probablemente, la mayoría de mallorquinistas den este lunes como buena. Sobre todo, teniendo en cuenta un sufrimiento prolongado hasta la última jornada de una Liga que empezó con Luis García Plaza.
Tras el pitido final, el mallorquinismo no desplazado a la capital navarra se trasladó hasta sa Font de Ses Tortugues. Poco a poco fueron llegando aficionados hasta teñir de rojo el emblemático lugar. No faltaron cánticos ni bailes para celebrar que el Mallorca, su 'Mallorqueta', continuará un año más entre los grandes del fútbol español.
En la segunda vuelta, una mala racha de resultados precitipó el cese de LGP. Entonces, llegó Javier Aguirre. El mexicano cambió de esquema, pasando a jugar con tres centrales, y tras la humillante goleada encajada ante el Granada decidió prescindir de algunos 'intocables': Sergio Rico, Baba, Dani Rodríguez y Kubo.
Una vez finalizado el envite ante Osasuna, 'El Vasco' aseguró que existe "un preacuerdo" para continuar en la isla. Mientras, el mallorquinismo vive una jornada histórica tras enlazar dos temporadas seguidas en Primera después del ciclo brillante entre los años 1997 y 2013.
Para los curiosos, comentar que la de ayer fue la cuarta vez que el RCD Mallorca logra la permanencia sobre la bocina en Primera División durante el presente siglo. Así había sucedido antes frente al Real Valladolid (2002), Real Betis (2005) y Atlético de Madrid (2011).