Con el titular no quiero referirme al cambio en la Dirección de la Abogacía de la Comunidad Autónoma por divergencias estrictamente técnicas. El reciente cese de su responsable ha sido de muy difícil comprensión para el ciudadano de la calle. Ha generado serias dudas sobre la independencia de un órgano que tiene, entre otras, la capacidad de pedir responsabilidades penales a sus ciudadanos por razones políticas. Desde este prisma, estaríamos ante una clara regresión de derechos y la vuelta a la condición de súbditos.
Tampoco me refiero al circo montado alrededor del cambio en la Presidencia del Parlamento; la segunda autoridad de Baleares ha sido relevada recientemente, en esencia, por lo que algunos afirman que dicen que dijo. Inexplicable.
Pero el tiovivo no se acaba ahí. Ha llegado el turno al sector sanitario. El cambio en la Dirección Gerencia del Hospital Son Espases, centro trascendental para la salud de los ciudadanos y que gestiona más del 10 % del presupuesto general, está generando un profundo malestar.
El carrusel de cambios que se avecina en la cúpula del centro sanitario de referencia imposibilita llevar a buen término un proyecto de hospital coherente. El cambio del equipo directivo en una empresa como Son Espases genera una situación de enlentecimiento y de parálisis.
La dirección de un hospital no tiene que estar relacionada con los cambios políticos sino con los proyectos sanitarios que se están desarrollando y con los resultados de gestión que se obtienen. Desde la mayor neutralidad, tanto personal como política se puede afirmar que el cambio continuo de equipos directivos dificulta la continuidad de los proyectos en marcha y se traduce, al fin y al cabo, en un peor servicio a los usuarios. Además, dirigir la mayor empresa de baleares en una situación de crisis no es tarea fácil.
No lo digo yo. Ninguna de las afirmaciones, ni de las argumentaciones que me preceden es propio. Las manifestaciones de ámbito general han sido publicadas por la mayoría de medios de comunicación. Las argumentaciones referidas al sector sanitario han sido reproducidas hasta la saciedad. Entre otros, por los jefes de servicio, por lo menos desde el principio de este siglo. La última vez, hace poco más de un año ante la inminencia del último relevo.
Por lo que se ve, vamos directos hacia el sexto director gerente de Son Espases. Curiosamente, en esta ocasión, no se han publicado manifiestos de apoyo incondicional, ni se les esperan. Es logico entender que resulta más fácil trabajar con direcciones débiles que se arrugan ante los intereses personales. Es más cómodo tratar con direcciones inexpertas y de fácil manipulación. En realidad, los cargos intermedios mediocres tienen más tendencia a vincular sus expectativas de crecimiento profesional al impulso político que al de la meritocracia. En este mismo sentido, resulta más mucho más satisfactorio depender de un estilo de dirección basado en la cesión por la presión que hacerlo con una dirección basada en objetivos y vincularla a sus resultados.
Son Espases, como organización, ha experimentado un cambio radical en los últimos doce meses. Es el único centro acreditado, por su nivel de calidad, por la consejería de salud. Se han puesto en marcha más de veinte comisiones técnicas y de participación. Centenares de profesionales trabajan de forma colegiada en mejorar su eficiencia y su calidad. Se han reducido las esperas hasta niveles insospechados. Los familiares de los traslados de Ibiza y de Menorca pueden permanecer al lado de sus allegados. Se han definido objetivos estratégicos hasta el 2020. Se han controlado los graves y vergonzantes desvíos presupuestarios.
Los resultados obtenidos, cualitativa y cuantitativamente, son los mejores, con diferencia, desde la caótica apertura del centro en el mes de noviembre del año 2010.
La consejera, con su cercanía, competencia y profesionalidad se ha ganado la confianza de enfermos y profesionales. Mantiene una notable valoración global de su gestión, a pesar de que algunos departamentos, incluidas algunas gerencias hospitalarias, son francamente deficientes.
Estamos ante su primer gran desliz. Un político avezado tiene que distinguir entre la realidad y los estados de opinión interesadamente manipulados. Además, en este caso, se nos antoja que ha podido ceder ante intereses partidistas vinculados a la inminente oferta pública de empleo. Algunos grupos tienen experiencia y tiraran de banquillo para priorizar los intereses políticos a los resultados en salud de la población. Al tiempo.