Estamos de Carnaval. Unos ‘Darrers dies’ un poco singulares en esta ocasión puesto que coinciden en el calendario los disfraces, San Corte Inglés y 50 sombras de Grey. No hablaré de lo segundo ni de lo tercero, los disfraces me divierten más que una fiesta comercial y un best seller por muy de sexo que sea. (Lo importante no es leer o ver 50 sombras de Grey, es disfrutar con un buen partener de cama. Si no lo tiene no le puedo decir más que debería de trabajar en ello).
Pasemos al tema que nos ocupa. Si aún usted no sabe qué pintas llevar durante este fin de semana, he ahí mis humildes propuestas.
Si quiere ir a la moda y disfrazarse de político corrupto, evite ponerse un vestido de rayas o naranja. No están todos los que son. Será más creíble si se viste de ignorante y engañado… ¡Cuántos de ellos están sueltos con la canción de que no sabían nada y que fueron engañados!
Si prefiere subirse al carro de Podemos, le propongo una indumentaria de perro o de cerdo. Como en Rebelión en la Granja, vistas las informaciones sobre las actividades económicas de Iglesias, Monedero y Errejón, nadie nos asegura que, una vez derrocados los amos, los canes y los marranos adquieran sus mismos defectos como en la novela de Orwell.
Un hecho que determina el espíritu y mente de las personas es la conciencia de la muerte. Para salvarse de este yugo que todos llevamos casi desde que nacemos, la propuesta es clara: con un traje, camisa, corbata y gafas se convertirá en Jordi Hurtado y pervivirá por los siglos de los siglos.
En cambio, si opta por una temática más banal y además dispone de poco presupuesto, lo tiene fácil. El vestido de Miley Cyrus es tan asequible como no ponerse nada encima.
Si usted siente que por mucho que se esfuerce nadie le hace caso, disfrácese de Belén Esteban y verá como sólo con abrir la boca para decir la primera chorrada que le pase por la cabeza tendrá contratos millonarios e incluso una estancia con todos los gastos pagados durante unos meses en una casa.
Finalmente, si por un día usted quiere sentir que ha dado el braguetazo del siglo en versión femenina lo tiene fácil: disfrácese de periodista.
Y si ninguna de estas propuestas son de su agrado, puede recurrir al socorrido recurso de vestirse de indio, pirata, hawaiano, payaso o Elsa de Frozen.