¿Cansados de vivir?
sábado 06 de septiembre de 2014, 09:02h
Cada día se suicidan en España diez personas. Siete son varones. La mayoría tienen entre 15 y 30 años. El suicidio es la causa más frecuente de muerte entre adolescentes y veinteañeros.
Para poder dimensionar la magnitud de la cifra cabe recordar que es superior a las muertes que se producen en la carretera. La temida muerte súbita, natural e inesperada, siega la vida a una media de 3 personas al día.
Las dos últimas causas de muerte siguen siendo noticia. Los fallecimientos autolíticos sólo saltan a los teletipos cuando afectan a personalidades públicas o cuando generan morbo. El estigma que produce el suicidio en nuestra sociedad se comporta como un manto que minimiza la percepción real del problema. Se encubre con el silencio y el dolor se magnifica. A la pérdida de la vida, se le añade la consternación y la angustia por la naturaleza de la propia causa del fallecimiento. En la mayoría de casos, el sufrimiento se amplifica por la preocupación. Por la inquietud que no trasciendan las causas aparentes del mismo. Es dolor en estado puro, es dolor elevado a la enésima potencia. Representa el paradigma de las muertes evitables y da forma al arquetipo de la sinrazón humana.
Y eso que el número de suicidios en España es claramente inferior a la media europea. De hecho la tasa de suicidios en la Unión Europea casi dobla a la de nuestro país y es superior a la de Africa. Continente, por otro lado que ha visto como los indicadores se disparaban un 40% en tan sólo una década. Las mayores cifras de suicidios del mundo, según informa la OMS, las observamos en Asia meridional y en el Pacífico occidental. En estos enclaves, además, son los únicos en los que los suicidios son más frecuentes entre las mujeres.
Estas cifras se comportan como radicalmente paradójicas, cuando compartes la convivencia diaria con personas abrazadas a la vida, que luchan denodadamente para continuar viviendo, que lo dan todo para seguir viviendo, en ocasiones, cinco minutos más.
En la base de estas situaciones asientan circunstancias, entornos, escenarios, contextos, ambientes…claramente identificables, algunos potenciados por el propio hombre, la mayoría tratables, en una alta proporción totalmente reversibles.
Por algo será que por primera vez en su historia, la OMS, la agencia de la ONU para la Salud en el mundo, toma cartas en el asunto, fija el día 10 de septiembre como Día Mundial de Prevención del Suicidio e inicia una línea de trabajo para atajarlo.
¿Qué estamos haciendo mal?