El costo de oportunidad ha existido desde el principio de los tiempos, pero el primero en describirlo fue David Ricardo (1772-1823), en su libro “Principios de economía política y tributación” (publicado el 19 de abril de 1817).
Desde entonces, han sido muchos los personajes (más o menos importantes) que han empleado el principio con más o menos fortuna. Así, el ministro de Propaganda nazi Joseph Goebbels, el presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, y la primera ministra británica Margaret Thatcher, y ahora, en España, y con verdadera nula fortuna, Ione Belarra Urteaga, secretaria general de Podemos y actual ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España.
Cuando hay que valorar y elegir una opción entre varias, el costo de oportunidad es eso a lo que se renuncia tras haber tomado una decisión y puede determinarse en términos monetarios.
Al preferir una opción sobre otra se está obligado a tener que asumir el costo derivado de haberla elegido, así como también el coste por haber descartado el resto. Por ejemplo, si contamos con una determinada cantidad de dinero y con ella nos alcanza para comprar caramelos o palomitas, pero no ambos, si elegimos los caramelos, entonces tendremos que asumir que no podremos tener las palomitas. Así de sencillo.
Es en este contexto que la paradoja más conocida se pregunta dónde debemos invertir los recursos, ¿en “cañones o mantequilla”?
Como es natural, la elección entre “cañones o mantequilla” es una simplificación llevada al extremo, pero muy útil, porque ejemplifica las decisiones a las que se enfrentan personas, gobiernos, empresas e instituciones. Si se eligen los cañones, entonces podrán defenderse de los ataques del enemigo, pero estarán peor alimentados; y si se elige la mantequilla, se comerá mejor, pero siendo más vulnerables. Es un caso típico de lo que en teoría económica se conoce como Frontera de Posibilidades de Producción (FPP).
Ione Belarra ha querido aprovechar la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid y el sobresaliente éxito de organización para ganar la notoriedad que no tiene y aguarle la fiesta a Pedro Sánchez. Para ello ha empleado, de forma harto desafortunada, la vieja fórmula de “cañones o mantequilla”, demostrando, una vez más, su nula altura política y su nulo conocimiento de la organización del Estado de las autonomías en España.
¡Vamos¡ ¡Que el cargo le viene grande! Me refiero al cargo de ministra, porque el otro me da igual, me da lo mismo, me la trae al pairo/al fresco/floja, me trae sin cuidado, me la bufa, me la pela, me importa un bledo/un comino/un rábano/un pimiento/un carajo, me la repamplinfa.
Ha preguntado al Presidente, en una demostración de mala leche y de ignorancia supina, dando por supuesto que eran competencias del gobierno central, de dónde saldrá el dinero para mejoras sociales si se eleva el gasto militar. “Aspiro a convencer al PSOE de que lo que España necesita son rentas garantizadas, que a la gente le atiendan en Atención Primaria en 24 o 48 horas, que la gente tenga especialistas, más médicos, más profesores, y no más armas y tanques”, ha hecho hincapié ante la prensa.
En su desmedido afán por desacreditar al Presidente ha dejado patente que desconoce absolutamente las competencias que en régimen de exclusividad gestionan las Comunidades Autónomas en España, de la que, para más inri, para mayor escarnio, es ministra de su gobierno, porque los ejemplos que ha puesto (servicios sociales, educación, asistencia sanitaria y salud pública) son competencias exclusivas autonómicas desde mucho antes de que la ministra estuviera en edad de tener uso de razón. ¿Capisci?