La semana que viene es mi cumpleaños, pero no uno cualquiera, sino que cambio de década, poniendo un número “horríbilus” en mi edad, el 5.
Esto me ha hecho llevar un par de meses reflexionando y tras mirarme al espejo y decir la terrible frase de “sigo siendo joven”, he de aceptar que joven, joven…. ya no soy.
Y es que el tiempo pasa sin darnos cuenta y como se suele decir, cuando uno se ha dado cuenta está hablando a sus nietos de cómo eran los tiempos antaño.
Es cierto que a mis clientes siempre les digo que, cada x tiempo tenemos que reflexionar sobre nuestras vidas, sobre nuestros objetivos y como avanzar en el día a día.
Pero cuando hay un cambio de década en tu vida, esa reflexión debe ser mayor.
¿Dónde estaba hace 10 años, cuales eran mis objetivos, que quería conseguir, lo he conseguido?
Y después debemos marcar y contabilizar el resultado y en relación con los mismos, modificar todo lo que te salga en negativo.
Estoy convencida de que en estos años te habrás encontrado con gente maravillosa en este camino y otros que no lo eran tanto.
También es casi seguro que habrás construido muchas cosas y destruido muchas otras, pero ¿sigues siendo la misma persona que eras hace 10 años?
Pues si la respuesta es que si, es posible que tengas un problema, ya que la vida nos mancha continuamente y nos hace aprender y así es como cambiamos.
La única variante continua es el cambio, ese cambio continuo que se debe de reflejar en tu cara y en tu alma.
Se que vivimos en una sociedad en la que la arruga no es bella y que las personas luchan por estar como hace 10 años, pero eso es antinatura, porque sin evolución no hay mejora.
Ayer haciéndole la cábala a una clienta de 54 años, me decía que en su juventud y hasta muy larga edad, había sido una rebelde sin causa, pero que hace un año, se vio en una manifestación a favor de algún movimiento por el que antes hubiera matado y le miro a su marido y le dijo ¿qué hacemos aquí? ¡vámonos a casa, este ya no es nuestro lugar!
Y efectivamente intentamos no soltar viejas costumbres, viejas amistades y vidas que ya no funcionan por más tiempo en nuestra vida.
Nos aferramos a amigos que no tienen nada que ver con nosotros, a relaciones que ya están muertas, a hijos que deben despegar del nido, a vivencias del pasado que nos hacen sentir que pertenecemos a un mundo que ya no es el nuestro.
Y esta sensación, querido amigo lector, se siente en el alma cuando te das cuenta de que ese ya no es tu lugar y que no te dice nada seguir ahí aferrado a un pasado que ya nunca volverá.
Intentamos ir al gimnasio a hacer pesas, cuando disfrutas mucho más en el campo de golf, o yendo a nadar, porque al día siguiente no puedes mover un dedo cuando te has forzado en exceso.
Creemos que podremos aguantar toda la noche de juerga y después necesitamos 3 días para recuperarnos de esa noche loca.
Cada momento tiene su tiempo y cada tiempo sus circunstancias y cuando dejes de intentar atar al tiempo o a alguien, te darás cuenta de esta transformación.
De poco sirve querer ser alguien que ya no eres porque el tiempo pasó y tus circunstancias son otras o simplemente tú ya no estás ahí donde estabas hace 10 o 5 años.
Suelta y deja ir y comienza a disfrutar del momento presente, del aquí y el ahora y de lo que la vida te va a ofrecer de aquí en adelante, porque si sueltas te estarás preparando para seguir avanzando en la vida.
No esperes más y regálate el tiempo que necesitas para ser feliz y disfruta lo que ahora te tocar hacer, que de seguro será totalmente maravilloso si aceptas tu nueva realidad.