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Cambiar para seguir igual

Por Francesca Jaume
lunes 31 de octubre de 2016, 02:00h

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Con el cambio de hora nos ha llegado la reelección de Rajoy como presidente del Gobierno pero el objetivo de este artículo no es hacer una metáfora sobre las horas de oscuridad que tendremos por las tardes a partir de ahora.

La quimera de mantener el horario veraniego en las Islas Baleares se ha quedado en un intento. Puede que, en previsión de ello, todos los partidos políticos votaron a favor en el Parlament. Cuando menos, resultaba del todo chocante que una propuesta de tal calibre se realizara a menos de una semana del retraso de las manillas del reloj, como si este cambio fuera baladí a efectos electrónicos, bancarios, administrativos… En modo alguno estábamos preparados para afrontar esta novedad ayer.

En todo caso, la propuesta realizada de no cambiar la hora demuestra una vez más este afán del ser humano de ir contra natura. De hecho, incluso en invierno vamos una hora por encima de lo que nos correspondería por situación en los meridianos.

Es por ello que me pregunto porque aún no ha aflorado una propuesta seria de adaptar nuestras costumbres al horario solar. Nos quejamos que a las seis de la tarde, cuando mucha gente sale de trabajar o de recoger a los niños de sus actividades extraescolares, en invierno ya es de plena noche, o que los atardeceres de invierno son excesivamente largos. ¿No sería más fácil y natural entonces cambiar nuestros hábitos adelantándolos dos horas?

Por ejemplo, empezar a trabajar a las 6:00 en vez de las 8:00, comer a las 12:00 en vez de las 14:00 y acostarnos a las 10:00 en vez de las 12:00. No haría falta tocar relojes ni estar toda una semana con el cuerpo descompensado. Los payeses siempre se han basado en la altura del sol y si no han sobrevivido no ha sido por ello.

Como sabemos, los cambios de horario fueron establecidos para equipararnos a Centroeuropa, sin embargo, Gran Bretaña y Portugal están a diferente hora y no por ello les han caído las doce plagas de Egipto.

Cada año la noticia del cambio de hora viene acompañada de un recordatorio sobre el ahorro energético que ello producirá. Yo no sé ustedes pero mi factura de electricidad sigue siendo igual de salada, incluso más. Con el argumento de que las fábricas ahorran energía los ciudadanos hemos de tener la bombilla de la luz encendida durante más horas. ¿No es todo un despropósito?

En el fondo, lo que me temo es que existe un problema de hábitos difícil de atajar. Tenemos instaurado en nuestra mente que a tal hora se empieza a trabajar y que a tal nos tenemos que acostar. Demasiado negocio está montado sobre ello. El prime time y late night de las televisiones es el ejemplo más claro de ello.

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