Michael Swanwick es un escritor estadounidense de ciencia ficción y fantasía, que ha publicado numerosos relatos y once novelas, de las que solo cuatro se han traducido y publicado en España. No es un autor muy prolífico ni especialmente famoso dentro del género, sobre todo en España, pero algunas de sus novelas presentan tramas atractivas, con frecuencia presentadas y resueltas de manera compleja, incluso enrevesada, que requieren de una involucración activa en su lectura y un cierto nivel de capacidad de pensamiento lateral para conseguir una experiencia literaria satisfactoria. No todos los lectores comparten esta opinión; algunos consideran su escritura excesivamente no lineal, saltando sin conexión aparente entre situaciones y argumentos. La crítica sin embargo le ha concedido diversas nominaciones y algunos premios de los más importantes del mundo en el ámbito de la fantaciencia.
Una de sus novelas traducidas es: “Bones of the Earth”, publicada aquí con el nefando título de: “Atrapados en la Prehistoria”, un ejemplo de las muchas barbaries con las que nos obsequia la industria editorial española, que nos castiga con títulos que no solo no se parecen en nada al original, sino que tampoco tienen relación, salvo tangencial a veces, con la trama del libro. Se trata, en esencia, de una obra de viajes temporales, en la que los protagonistas se embarcan en una sucesión de saltos en el tiempo entre el presente, el pasado y el futuro inmediatos y entre ellos y el Mesozoico (la era de los dinosaurios) y, hacia el final, con un muy distante y lejano futuro. Al principio se intentan evitar las paradojas temporales, incluso están específicamente prohibidas por los misteriosos entes del futuro que han suministrado a los humanos actuales la tecnología para los desplazamientos temporales, pero inevitablemente se suceden una serie complicaciones que acaban cruzando líneas temporales, incluso desarrollando dos líneas distintas a la vez con los mismos protagonistas pero que acaban de manera diferente y en otros casos la presencia simultánea de la misma persona en dos momentos vitales distintos, joven y mayor.
Todo resulta un tanto enrevesado pero, en mi opinión, habiendo leído otros libros del autor, es absolutamente deliberado por su parte y deja al arbitrio del lector que interprete y desenrede, o no, la trama según le parezca. Incidentalmente, una subtrama que parece menor, por su extensión, pero que resulta crucial y que, supongo, explica el título español, se refiere a un acto terrorista de una secta creacionista que deja atrapados hacia el final del Cretácico a los miembros de una de las expediciones enviadas a estudiar a los animales de la época. Los creacionistas pretenden provocar la existencia de fósiles humanos coetáneos de los dinosaurios, para poder defender sus tesis de que Dios creó el mundo y todas sus criaturas a la vez y combatir así los conocimientos científicos evolucionistas consolidados. La idea de un terrorismo creacionista anticientífico no está tan lejana de la realidad como pudiera parecer, en esta época de confusión, charlatanismo, antimedicinas, antivacunas, donde prosperan ideas peregrinas esotéricas y pseudocientíficas, sectas milenaristas y agriculturas biodinámicas.
En España en este último año hemos tenido una sucesión tan exagerada de elecciones que parece que hayamos entrado en un bucle temporal y cada nueva elección se antoja un viaje al pasado. Y si el hecho mismo de la proliferación encadenada de comicios nos produce esa sensación, la reacción de algunos políticos y partidos a los resultados electorales mueve a pensar que también ellos están en una espiral temporal.
Tras los resultados en España de las elecciones europeas de este domingo, cualquiera puede ver que nada esencial ha cambiado desde las últimas elecciones generales. El resultado es que el PP ha resultado la lista más votada y que la suma de su porcentaje de votos y el de Vox es inferior a la suma del porcentaje de votos del PSOE y el resto de fuerzas de lo que se ha dado en llamar el bloque de la investidura (de Pedro Sánchez) y la diferencia es muy similar.
Esa es la única realidad y, por tanto, el PP ha vuelto a conseguir una victoria pírrica, que no le sirve más que para constatar que con la única compañía de Vox no le va a ser fácil llegar al objetivo de la Moncloa, a pesar del inclemente, despiadado y en gran medida deshonesto ataque por tierra, mar y aire contra el gobierno actual, llevado a cabo con sus aliados de medios y pseudomedios de comunicación, así como jurídicos y sindicales (y pseudosindicales) e incluso integristas religiosos fervorosos partidarios del rezo público del rosario (contra la ley de amnistía) en las inmediaciones de la sede central del PSOE en Madrid.