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Bruselas y nuestra salud

sábado 26 de abril de 2014, 06:22h

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Se inicia la campaña para las elecciones europeas. El Parlamento, con funciones eminentemente legislativas, va a nombrar por primera vez al Presidente del Consejo y estrenará prerrogativas de control sobre el ejecutivo. La propia Comisión, responsable de la gestión diaria y de hacer cumplir las leyes, va a recibir un control más férreo y el comisario representante del gobierno español va a ser renovado.

De la Unión Europea depende la salud de los españoles en dos grandes ámbitos.

En primer lugar, las políticas económicas de la unión, definen muchos de los condicionantes socioeconómicos de los ciudadanos españoles. La calidad y cantidad del empleo, la salud de las entidades financieras, las posibilidades de acceso a la vivienda, el porcentaje de población en riesgo de exclusión, entre otros factores, influyen tanto o más que la medicina en las expectativas de vida de los ciudadanos. El nivel de renta por debajo de cierto umbral es más dañino que la peor de las enfermedades. La cantidad y la calidad de vida de los españoles está influida directamente, aunque nos parezca extraño, por las normas europeas y las derivadas de su aplicación.

En esta legislatura, junto al resto de los países del sur de Europa, nos hemos quedado con la percepción que las políticas financieras y reguladoras del mercado influidas por la UE han sido devastadoras para nuestros intereses. El entorno de crisis ha dejado nuestra economía y la situación de sus pobladores maltrecha; probablemente no hemos sabido influir en la aprobación de una legislación que nos favorezca, no hemos tenido habilidad para mediar en su aplicación favorable, y la gestión interna teñida de despilfarro y mala gestión ha hecho el resto. Los pobres han aumentado y la puerta de la pobreza solo funciona en un sentido. La falta de control sobre nuestra moneda y las debilidades en la competitividad de nuestras empresas están resultando insanas.

En segundo lugar, las directivas sanitarias comunitarias marcan los grandes objetivos de salud pública. La seguridad alimentaria, ambiental, la política de órganos y tejidos, de farmacia… ; ya es más lo que controla la UE que lo que controlan los estados.

Desde el 2012 es de obligado cumplimiento la directiva de asistencia sanitaria transfronteriza. A fecha de hoy, y fruto de nuestra incompetencia, el porcentaje de extranjeros comunitarios que atendemos con nuestros medios y que no somos capaces de facturar y cobrar es ya muy importante, demasiado importante.

En otro orden de cosas, quiero rendir público reconocimiento a la actividad realizada por la eurodiputada Rosa Estarás. En el seno de una organización, donde algunos solo contribuyen con el voto y su presencia, Rosa ha liderado múltiples iniciativas, entre las que destacan las del ámbito de la discapacidad y la igualdad. Ha brillado en espacios difíciles, huérfanos, casi desérticos. En esta labor, me ha recordado a Indira Gandhi parafraseando a su abuelo, cuando contaba “Un día mi abuelo me dijo que hay dos tipos de personas: las que trabajan, y las que buscan el mérito. Me dijo que tratara de estar en el primer grupo: hay menos competencia ahí.”

 

Es obvio que el pasado reciente invite a muchos a pasar de Europa, las encuestas de intención de voto así lo aventuran, pero Europa no pasará de nosotros. No debemos olvidar que cuando Bruselas estornuda España se constipa y nos debe coger prevenidos.
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