El Bono Joven de Alquiler, que cuenta con una dotación de 200 millones de euros en su edición de 2024, está destinado a ayudar a los jóvenes menores de 35 años que desean acceder a una vivienda en alquiler, ofreciendo una subvención mensual de 250 euros durante un periodo máximo de dos años.
Este bono se concede por dos años cuya ayuda total asciende a 6.000 euros por beneficiario, a razón de 250 euros al mes. La ayuda se puede solicitar en todas las comunidades autónomas, así como en Ceuta y Melilla -con las excepciones de País Vasco y Navarra, que, debido a que tienen un régimen foral propio, desarrollando sus propios programas de ayudas a la vivienda-.
Entre los requisitos que hacen inviable su aplicación en ciudades como Palma están que el alquiler de la vivienda debe ser igual o inferior a 600 euros mensuales o que, si se trata de alquilar una habitación, el contrato de arrendamiento no debe superar los 300 euros al mes.
En la práctica, esta medida se enfrenta a importantes limitaciones en ciudades con una elevada demanda y precios disparados como Palma de Mallorca, Barcelona o Madrid, donde la oferta de viviendas dentro de los límites económicos establecidos es prácticamente inexistente.
EN PALMA, IMPOSIBLE
En el caso de Palma, la situación es especialmente crítica. La ciudad, que enfrenta una grave crisis de vivienda, se ha convertido en un lugar donde la oferta de alquiler a precios asequibles es extremadamente limitada. Según los datos más recientes, el precio medio del alquiler en la ciudad supera con creces los 1.000 euros, una cifra inalcanzable para muchos jóvenes que buscan independizarse. Incluso con el límite ampliado de 900 euros para el bono, la oferta es casi nula, lo que significa que los potenciales beneficiarios de la ayuda no podrán aprovecharla.
Este fenómeno no es exclusivo de Palma. Otras ciudades como San Sebastián, Vitoria y Pamplona también presentan una oferta de viviendas en alquiler por debajo de 600 euros cercana al 0 por ciento, lo que pone de manifiesto que el diseño del Bono Joven no está alineado con la realidad del mercado inmobiliario en las grandes ciudades españolas. En cambio, en localidades con menos presión sobre el mercado inmobiliario, como Palencia, Ciudad Real o Jaén, el porcentaje de viviendas que cumplen los requisitos es considerablemente mayor, con más del 50 por ciento de la oferta por debajo de los 600 euros.
AMPLIAR EL LÍMITE
El sector inmobiliario ha manifestado su preocupación ante esta situación. María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa, ha señalado que "si lo que se persigue es que el Bono Joven llegue a quienes más lo necesitan, sería necesario revisar y ampliar el límite de la cuota mensual, ya que el precio del alquiler medio en España ya supera los 1.000 euros". Este desajuste entre los límites económicos del bono y la realidad del mercado hace que, en lugares como Palma, la ayuda no sea más que una medida simbólica sin impacto real.
Con el creciente encarecimiento de los alquileres, la situación empeora para los jóvenes que buscan una vivienda. En 2022, el 14 por ciento de las viviendas en Madrid tenían un precio inferior a 600 euros; en 2024, solo el 0,3 por ciento cumple con este criterio. En Barcelona, el porcentaje ha caído hasta un insignificante 0,1 por ciento. Las previsiones no son optimistas, y muchos expertos consideran que el acceso a la vivienda seguirá siendo un problema urgente y sin solución para los jóvenes en España.