Si algo hay que reconocerle a Jon Bon Jovi es la capacidad para adaptarse al sonido de cada momento, partiendo desde el ruidoso y festivo rock ochentero de cardados imposibles hasta el impecable y adulto ejercicio de rock de estadio del siglo XXI que hacen en 'This house is not for sale', su nuevo álbum de estudio, a la venta este viernes 4 de noviembre.
En el camino, por supuesto, el eterno debate de si ya no rockean como antaño, de si molaban más en sus primeros trabajos, que si luego se acomodaron y se dedicaron a publicar discos correctos con un par de buenos singles como excusa para volver a la carretera y, ahí sí, sacarle todo el jugo a su propuesta ante estadios siempre llenos, como si no hubieran pasado los años.
Porque la única certeza es que 33 años después de su fundación, Bon Jovi es el único grupo de hair rock de los ochenta que sigue reventando estadios rebosantes con miles de fans, mientras que otros compañeros de generación, una vez pasada la época de moda, se readaptaban a la nueva situación de perder poder de convocatoria, mientras seguían haciendo prácticamente la misma música. Y en la negativa a ese continuismo y en querer sonar siempre moderno está precisamente el secreto del longevo y pétreo éxito de Bon Jovi, desde 2005 aliado con el productor John Shanks, un tipo al que muchos culpan de la salida del guitarrista Richie Sambora y que ha trabajado con gente tan variopinta como Anastacia, Hilary Duff, Backstreet Boys, Take That, Céline Dion y Van Halen.