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Bienvenido Mr. Marshall

Por Alejandro Vidal
jueves 31 de diciembre de 2015, 14:03h

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Ignoro si la ampliación de capital del Real Mallorca SAD que debe llevarse a cabo el próximo lunes, o no, no despierta curiosidad o, sencillamente, provoca desinterés. Lo cierto es que el misterio y el oscurantismo al estilo Claassen, rodean una operación de la que se desconoce absolutamente todo y se plantea como una venta cuando, al menos superficialmente, no lo es.
En primera instancia los veinte millones aprobados por la Junta General del club, o sea Utz y su esposa, irían directamente a la caja de la sociedad por lo que, en pura hipótesis, el destinatario del dinero es el club y no su actual dueño. Otra cosa es imaginar que existe un pacto menos público que pudiera resarcirle, con creces o sin ellas, de su inversión por la adquisición de los títulos de Terrassa, Serra Ferrer y Gabriel Cerdá.
También podríamos estar ante una simple opción de compra condicionada a futuro, por ejemplo al ascenso a primera división y a la ampliación de la superficie comercial de Son Moix previo y nada fácil acuerdo con el Ayuntamiento de Palma, así sin de Mallorca (¡menudo problema!, entre el cambio de denominación, el monumento de Sa Faixina y los jardines de Marivent estoy que no duermo).
Si el tal Robert Sarver, según anticipó el diario El Mundo en su edición de Baleares, se va a convertir en el nuevo propietario del club, convendría preguntarle por qué hace un año el Glasgow Rangers rechazó una oferta de idéntico importe, primero dieciocho millones y después veinte, de la misma procedencia. Seis meses más tarde fue el Levante quien desistió de la operación. Parece que el Espanyol ni se la llegó a plantear por lo que, si algo tiene el agua cuando la bendicen, alguna razón tuvo que haber para que los vendedores echaran el freno.
Pero de la mano del presidente de Syntellix, el mallorquinismo, o lo que queda de él, contemplará el desembarco del empresario norteamericano como si se tratara del mismísimo Mr. Marshall de la inolvidable película de Berlanga. Sin hacer preguntas.
Les pido indulgencia por mi escepticismo, por mi desarraigo y por mi insastisfecha sed de información rigurosa y moderadamente seria. Los mensajeros tampoco tienen la culpa, aunque no se les puede agrupar bajo el mismo paraguas. En caso de duda siempre nos quedará Javier Tebas.
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