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Biden, Macron, Sánchez...

miércoles 04 de diciembre de 2024, 08:36h

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Las democracias parlamentarias occidentales están cavando su tumba asumiendo postulados totalitarios del populismo que dicen combatir. El espectáculo de Joe Biden -que se conoce que no está tan gagá como aparenta- indultando a un criminal del que resulta ser nada menos que su padre, socava los cimientos de la separación de poderes de los Estados Unidos con una decisión muestra del nepotismo y arbitrariedad más escandalosos. Si la democracia es eso, que me expliquen en qué se diferencia de una dictadura, porque no acabo de entenderlo.

Biden actúa, además, como el empleado que se sabe despedido y que hackea el ordenador de la empresa, a escasos dos meses de su desalojo del poder, y contradiciendo las decenas de ocasiones en que, preguntado por los periodistas, negó con indignación que fuera a indultar a su vástago. Es decir, mintió al más puro estilo de Pedro Sánchez, travistiendo su majadería y falta de palabra de cambio de opinión. Claro está, el presidente aclaró que la alhaja que tiene por descendiente, Hunter Biden, era objeto de 'persecución política' (¿a que les suena?), en un país en el que, a diferencia del nuestro, la Fiscalía sí es independiente y no está comandada por un presunto delincuente. Y algún seso con severas limitaciones aún le creerá.

Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, al que las urnas dieron un doble revolcón por la derecha y por la izquierda, en lugar de aceptar lo que los franceses le habían transmitido con total claridad, intentó de matute imponer un primer ministro, Michel Barnier, que ha durado en el puesto apenas once semanas y que no ha contado con ningún apoyo relevante. La misión equivalía a subirse voluntariamente al patíbulo donde le esperaba la afilada guillotina que le prepararon Le Pen y Mélenchon, y que tanto ha gustado siempre a nuestros vecinos republicanos del Norte. Y, como no, su cabeza ha rodado hasta caer en el cesto, encaminando a Francia a unos nuevos comicios -veremos para cuándo- en los que, con mucha probabilidad, puede vencer la populista Michelle Le Pen. Es decir, Macron ha conseguido el efecto justamente contrario al que pretendía con sus triquiñuelas.

El problema de la democracia como sistema político es que quienes lo defendemos debemos hacerlo con todas sus consecuencias, cuando se gana, y cuando se pierde, sea quien sea nuestro adversario (y esto vale también para España, y si no, recuerden lo que pasó en la II República en 1933, cuando las derechas 'osaron' arrebatar el poder a las izquierdas. Aquello derivó, tres años después, en una guerra, conviene tomar nota.)

Se está imponiendo en Occidente el falso y espurio esquema en virtud del cual si enfrente tienes a un populista desatado -sea cual sea su ideología- puedes saltarte las reglas del juego a voluntad con tal de apartarlo del poder, en lugar de preguntarte por qué sus demagógicas propuestas triunfan y las tuyas, tan comedidas, fracasan. Si no ganan los tuyos, pues, te conviertes en un dictadorzuelo de tres al cuarto y tomas el camino de en medio. Ese es el terrible mensaje con que pretendemos enganchar a la juventud a los valores democráticos de una Unión Europea que cada día se asemeja más a la confederación de burócratas inútiles y codiciosos lobbies económicos del Norte que nos temíamos algunos, alejándose de cualquier modelo de democracia mínimamente aceptable y útil para el ciudadano de a pie.

Sin duda, el funambulista de La Moncloa ya ha tomado nota del movimiento de Biden, lo que concuerda al milímetro con su "Manual de resistencia aferrado al poder caiga quien caiga", o mejor dicho, imputen a quien imputen, sea tu socio parlamentario -y de eso ya tenemos pruebas fehacientes-, tu amigo, tu hombre de confianza, tu hermano o hasta tu propia esposa. Biden ha enseñado el camino a los progres, ahora solo cabe esperar que Sánchez le secunde.

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