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Batallitas

Por Alejandro Vidal
miércoles 23 de mayo de 2018, 20:19h

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La verdad es que no entiendo tanto revuelo. No me cabe la menor duda de la honestidad del club y del notario que fuera a la hora de sortear entre los abonados del Mallorca las entradas disponibles para acceder el domingo al partido que se disputará en Miranda de Ebro. Es cierto que hubiera sido mucho más cómodo y transparente publicar la lista de agraciados en la web oficial en lugar de ir haciendo llamaditas a los afortunados, un gesto simpático, si, pero poco práctico. Pero ponerse a discutir en las redes sociales sobre quién tiene más o menos derecho que otros roza la ridiculez. Luego vamos por ahi dando lecciones de urbanismo, educación y democracia. ¡Válgame el cielo!.

Tampoco comprendo muy bien la pataleta de los locales al intentar prohibir la exhibición de símbolos mallorquinistas por parte de espectadores que hayan conseguido localidades diferentes a la zona asignada a la afición visitante. Me parece bien la vigilancia pero, por poner un ejemplo, presencié en grada abierta el ascenso de Vallecas, unas filas más abajo había seguidores bermellones que animaron sin meterse con nadie y la afición de Vallecas les felicitó al final del encuentro. Espero y deseo que en la ciudad burgalesa nadie falte el respeto ni a su vecino de localidad ni al rival, sea cual sea. Sin embargo no hay que escandalizarse. Este tipo de reacciones son más viejas que el fútbol.

Otro ejemplo. El Mallorca disputaba su ascenso a primera división con el Espanyol. Había sufrido en Sarriá un arbitraje canallesco de Sánchez Arminio y perdió 1 a 0. Para la vuelta se desataron todos los demonios y llegó a publicarse que el árbitro designado para la vuelta, Urío Velazquez había sido visto cenando en un restaurante palmesano con directivos blanquiazules. Y digo yo que serían del Atlético Baleares, en todo caso, ya que el único lunar del colegiado donostiarra fue anular un gol a los visitantes que se supo muy bien por qué.

Conclusión: los dirigentes del Mirandés están en lo suyo. Puede que no conozcan el reglamento, pero no creo que ni al equipo ni a la afición que se desplace le convenga entrar en ningún tipo de guerras o, mejor dicho, batallitas.

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